Vaya cabreo agarró el bueno de José Luis Mendilibar cuando De Marcos anotó el segundo gol del Athletic a Osasuna en el exilio de Anoeta sentenciando el partido. Le arreó tal puñetazo a la marquesina del banquillo rojillo que casi la descoyunta, aunque de seguido le salió del alma un ¡perdón!, súbito arrepentimiento al golpe de ira que se espera de las personas bien educadas. Razones no le faltaban al técnico vizcaino: Osasuna tenía atenazado al Athletic, y entonces parecía más inminente el empate que el rotundo 2-0 con el que acabó el partido.

Lo cierto es que Mendilibar la lleva negra desde la primera vez que se enfrentó a su exequipo al mando de las huestes navarras, aquel 17 de abril de 2011, en la 32ª jornada de la Liga 2010-11. El Athletic remontó en el último minuto y con un jugador menos el gol inicial de Kike Sola, llevándose el triunfo de aquella manera y prefigurando el escenario ideal a un frase que ha dejado cuajo: preguntado Joaquín Caparrós si le había gustado la imagen de su equipo, el técnico sevillano respondió: "Déjate de imagen: ¡clasificación, amigo!, tres puntos...".

No le faltaba razón al entonces técnico rojiblanco, pues el Athletic se encaramó a la quinta plaza agarrando tan insospechado tesoro y aquellos puntos de fortuna fueron fundamentales para que el Athletic lograra plaza en la Europa League.

El tanto de la victoria lo transformó Iker Muniain en el último minuto, y mejor ni recordar la forma canalla de su festejo, y el del empate lo hizo Fernando Llorente, que el sábado se estrenó en un partido oficial con la Juventus, sustituyendo al Apache Tévez en el minuto 89. Eso sí. Antonio Conte, el entrenador de la Vecchia Signora, lo tuvo calentando en la banda más de media hora. Si Llorente aspira a ser convocado para el Mundial de Brasil me parece que lo tiene bastante crudo, pero como no hay mal que por bien no venga, desde las txosnas y redes sociales, donde también abunda gente misericordiosa, ya le han aconsejado la forma de rentabilizar su pertinaz suplencia juventina: anunciando pipas de girasol, felizmente repantingado en el banquillo bianconero.

A Ernesto Valverde ni me lo imagino recurriendo a la famosa frase, o similar, de Caparrós para justificar un partido también farragoso, donde un golpe de fortuna (el autogol de Arribas) y una contra magistral de Aduriz marcaron el sino del partido. Al fin y al cabo los 20.000 valientes que acudieron a Donostia regresaron más contentos que unas pascuas, después de ejercer de bilbainos como Dios manda y alardear por la bella capital guipuzcoana de representar a la afición del equipo líder. Como decía el colosal Javier Clemente, el espectáculo, para la Gabarra. ¿Y mientras tanto?

Mientras tanto el Athletic ha sabido ganar a dos rivales cuya meta es luchar por eludir el descenso, y desde luego los chicos de Valverde no han estado precisamente sobrados de fundamentos futbolísticos para presagiar que son un equipo cuya meta es Europa. Si no superan al Valladolid y a Osasuna, ¿a quién entonces? Y he aquí la otra visión de la jugada que aparece ante la inminente visita al Bernabéu y el recuerdo de las anteriores, donde el conjunto bilbaino recibió todo tipo de loas por jugar valiente y sin complejos mientras encajaba imperturbable el tradicional saco de goles. Dicho de otro modo: en la (feliz) deriva en la que se encuentra Ernesto Valverde, que aún busca cómo ensamblar al equipo fetén, estaríamos encantados en decirle: déjate de imagen, clasificación amigo... tras un partido tan roñoso en alardes ofensivos como enorme en eficacia defensiva.

Se supone que todavía no debutará el galés Gareth Bale, la nueva megaestrella de Florentino Pérez cuyo precio por su fichaje, cercano a los cien millones de euros, fue calificado por Tata Martino como "una falta de respeto al mundo". Como saben el Tata, discípulo de Marcelo Bielsa, dirige al Barça y también le está costando reconstruir el equipo divertido y contundente que diseñó Pep Guardiola, como se demostró anoche en Málaga, a quien a duras penas logró doblegar con un solitario gol de Adriano, mientras entre los suplentes languidecía el brasileño Neymar por quien el Barça ha pagado 57 millones, sin duda una falta de respeto al ¿cuerno de África?