quién no ha oído en casa mil veces la frase que da título a este artículo? -mi abuelo nos requería contarle nuestras aventuras lectoras-. Hoy, dado el teórico desarrollo actual, debería ser un comentario inusual, perdido en la noche de los tiempos y, por decir algo, del paleolítico inferior.

No parece que van por ahí las cosas en un mundo que no se asombra cuando un reputado jugador de fútbol afirma sin avergonzarse que solo ha leído un libro en su vida -la biografía de Maradona-. Messi es un gran futbolista, pero no un gran lector, como demostró en una entrevista en Il Corriere della Sera. Tamaña declaración de ignorancia me da exactamente igual, allá él. Lo malo es que influye en millones de personas.

Leer es bueno. Sobre todo cuando nos permite acercarnos a las reflexiones y conocimientos de quienes saben más. En estos tiempos tan difíciles en lo económico y en lo moral son buenas las aportaciones de quienes cuestionan el estado de las cosas y plantean soluciones acordes con la dignidad y derechos de las personas. En mi opinión, ese es el caso de las interesantes aportaciones del economista estadounidense Joseph Stiglitz, premio Nobel de Economía en 2001.

En su libro El precio de la desigualdad, este intelectual analiza cómo las feroces políticas neoliberales -fundamentalismo de mercado, les llama-, practicadas por el capitalismo, han disparado la desigualdad en el mundo -el 1 frente al 99%- y tornado a los Estados en meros instrumentos de los intereses económicos más alejados de las personas, a la vez que han convertido a la política en marioneta de los mismos.

Es muy crítico también con la manera de gestionar la crisis económica en Europa y especialmente en el Estado español pues entiende que la austeridad -austericidio diría Garbiñe Mendizabal, premio Berdintasuna 2012- provoca el efecto contrario al crecimiento y a la confianza de la gente y de los mercados.

El PP es su instrumento y gestiona a golpe de recortes económicos y salariales, provocando el empeoramiento del empleo y el debilitamiento sindical, con la consecuencia final de hundir a las clases media y baja. Su ataque sistemático contra las políticas sociales, que, como sabemos, son correctoras de la desigualdad y favorecen a la mayoría, se da a cambio de migajas de poder y enriquecimiento -aunque sea vía corrupción-.

Nos han obligado a un duro viaje, quizás sin retorno, para salvar los intereses de la minoría y de determinadas entidades financieras y directivos que, aunque las hayan arruinado, han sido recompensados con nuestro dinerito. O dicho de otro modo: pagamos la mayoría la tremenda codicia de unos pocos empeñados en generar un mundo desmembrado y polarizado en muy ricos y pobres. De lo que se haga depende nuestro futuro y, sobre todo, el de nuestros hijos e hijas, una juventud desesperanzada y que sufre directamente las consecuencias de un inmoral beneficio a toda costa, caiga quien caiga.

Mañana 7 de julio. 400.000 personas quedarán afectadas al caerse sus convenios del ámbito de relaciones laborales vascas. Confebask ve en ello una "oportunidad". Yo inflexibilidad, poca inteligencia, aumento de la conflictividad con el consiguiente menor rendimiento económico y fiscal y falta de respeto al marco vasco.