lA celebración en Bilbao de la Cumbre Mundial de Ciudades de la mano de Singapur, además de resaltar la relevancia de Bilbao en el concierto internacional de Ciudades, nos permite destacar una serie de elementos clave que no solamente explican como hemos llegado hasta aquí, si no cuál es el largo camino que el protagonismo de las ciudades tiene y habrá de tener a futuro.

Ya a principios de los 80 tuve la oportunidad de conocer Singapur y engancharme a su atractivo dinamismo planificador y apuesta por el desarrollo económico, a partir de su potente Agencia de Desarrollo Económico y su Visión 2020: Raíces y Alas que pretendía provocar un futuro distinto para su país. Hoy, cuando Singapur lidera la transformación urbana de las ciudades y la convierte en la base de su actualizada estrategia para 2030 como eje conductor de su desarrollo industrial potenciando empresas locales en el diseño, construcción, operación y gobernanza de las ciudades del futuro, no podemos sino preguntarnos el porqué y el cómo lo ha hecho.

Singapur pasó de un bajo nivel de autonomía dentro de la federación de Malasia a su independencia en 1965. Su presidente y hombre clave en el desarrollo del país, Lee Kuan Yew, apostó por tres objetivos esenciales: reconocimiento internacional, crear un Estado propio y generar una economía de éxito al servicio de sus ciudadanos. Y su primera opción fue apoyarse en una oportunidad no explotada: su posición geo-estratégica y dotarla de un clúster marítimo-logístico-portuario motor del cambio y tractor de iniciativas multiindustriales, además de la conversión en fortalezas sus verdaderas limitaciones y debilidades: Agua y Territorio. Singapur no disponía de agua para su población y su superficie era enormemente limitada.

Hoy, Singapur utiliza dos grandes iniciativas paraguas, de liderazgo mundial, tras los premios Lee Kuan Yew: el premio mundial a las Ciudades y el premio Iniciativas y Ciudades del Agua. Así, más allá de un premio, se trata de aprender de los demás, construir soluciones (para ellos y para el mundo) a la vez que desarrollar industrias potentes con una gran base de talento y conocimiento aplicado compartiendo laboratorios vivos a lo largo del mundo.

De esta forma, la Cumbre de estos días en Bilbao tiene, en gran medida, su origen en aquel mayo de 2010 en el que el jurado otorgó a Bilbao el premio nobel de las Ciudades. Conviene recordar lo que el jurado destacó para elegir a Bilbao: Una visión y estrategia holística con clara apuesta por el largo plazo, una planificación y acción microeconómica conectadas, un liderazgo constante y estable, compromiso identidad-cultura-innovación, creación y gestión de instrumentos ad hoc para cada una de las diferentes piezas de la transformación (gestión, presupuesto, objetivos, participación y control), un vector socioeconómico conductor de la transformación urbana y fusión, reinvención permanente, interdisciplinariedad sofisticada e innovadora, generando nuevos actores (empresas, entidades, iniciativas, expertos, soluciones tecnológicas) de vanguardia, una apuesta local soporte de la internacionalización y presencia en el exterior, un cambio sustantivo en la formación de sus profesionales y ciudades?

Hoy, tres años después, a Bilbao le acompaña una segunda ciudad premiada: Nueva York. Realidades, estrategias y resultados diferentes. Y se unen en la Cumbre otras cincuenta ciudades con sus ilusiones, proyectos, aciertos y errores. En todo caso, todos ellos comparten el difícil reto que propone Charles Landry en El arte de crear ciudades: ¿Cómo vivir juntos?, resaltando el rol protagonista de las ciudades y su necesidad básica en torno a dotarse de un marco conceptual y estratégico propio que sea capaz de lidiar con al menos seis paradojas: calcular tangibles en un mundo de intangibles, accesibilidad y aislamiento, porosidad e identidad propia, espacio y densidad, Ciudad y País, Edad y Tecnología?

Paradojas que nos acompañan. Euskadi-Bilbao da un paso más. La construcción de nuestra Euskal Hiria-Ciudad Vasca es un reto y la gran oportunidad motor de la generación de empleo, riqueza y bienestar y la mejor salvaguarda de nuestra identidad y pertenencia conectadas a la vanguardia del mundo.