Hoy no toca, porque hoy lo que toca es iniciar el camino, el proceloso viaje hasta elegir al que será futuro entrenador del Athletic, según anunció el pasado viernes Josu Urrutia, el presidente, que es una persona muy seria y ceremonial con los asuntos del club rojiblanco.

Así que si escuchan por un casual que el próximo técnico rojiblanco es Ernesto Valverde no hagan ni caso, o por lo menos pónganlo en cuarentena, aunque a lo mejor lo es finalmente, porque la junta directiva del Athletic se encierra ahora en Ibaigane y tras mucho deliberar decidirá, y saldrá humo blanco por la chimenea de la bonita casona que alberga al venerable club, como en los cónclaves cardenalicios del Vaticano.

Tiene guasa la cosa. Todo el mundo da por hecho que Valverde será el sucesor de Marcelo Bielsa al frente de la plantilla bilbaina, pero Urrutia se pone digno con quienes propalan semejante infundio y afirma que de eso nada, y punto, porque "hay que valorar alternativas", ¿por ejemplo la de Ziganda?, ¿tal vez se trate de Javier Clemente? ¿y por qué no Miguel Ángel Lotina? que están desocupados y conocen de cerca el percal, lo cual tampoco quiere decir que Txingurri no esté en la lista de los posibles como el que más.

Hombre, también tienen bastante sustancia quienes sostienen que es mucha casualidad que Valverde dé calabazas al Valencia, un destino eléctrico pero con relumbrón, y se marche al paro tan ricamente, con lo mal que está la vida, sin tener al menos la firme palabra de Urrutia. Para mayor abundamiento, los que fomentan esta teoría recuerdan además lo colegas que fueron en su época de futbolistas, y que fue la primera opción del presidente antes de decantarse por el Loco Bielsa.

Me da que Josu Urrutia ha puesto cara de esfinge, dejará pasar unos días hasta que se aplaque el temporal y entonces será cuando vuelva a convocar de súbito a los medios de comunicación para decirnos: hoy sí toca, y anunciar que (...) será el nuevo entrenador, decisión tomada "por unanimidad" de la directiva.

Y por unanimidad, destacó Urrutia, dicha junta directiva optó por no renovar a Marcelo Bielsa, lo cual quiere decir que ninguna de las quince personas que la componen sintonizó con los ruegos y sentir del pueblo, que masivamente pidió el pasado miércoles, y ayer, y el otro día, la continuidad del técnico argentino.

O es una junta directiva que sintoniza de maravilla, o aquello parece el Gobierno de Pyongyang, que no creo, válgame el cielo; o estamos radicalmente equivocados quienes nos hubiera gustado vivir otro año a lo loco, pero menos, es decir, sin aquella lamentable pretemporada, el irresuelto caso Llorente, que se enquistó insano en el cuerpo de la plantilla (y en eso tuvo bastante que ver Urrutia); recuperando la frescura, sinceridad y arrojo de aquel equipo maravilloso.

Pero lo peor de todo no es que la "decisión unánime" tomada por ser "la mejor para los intereses" del club fuera a misa, pues para eso han sido democráticamente elegidos por los socios. Lo peor de todo es que no explicaran esas razones que la sustentan, cabalmente reclamadas por el pueblo soberano para tener al menos una explicación.

En su comparecencia ante la prensa, Urrutia cortó con una frialdad antipática e implacable el hilo que nos unía con esa historia fascinante; y lo hizo además con un desdén impropio de un presidente del Athletic, que con su opacidad trató de párvula y cuitada a toda la hinchada.

Pero tocará el día de hoy sí toca. Y Valverde nos llenará de ilusión renovada, el muy taimado de Urrutia.