tras cinco años de sequía de la mano de "la única política posible" que se ha impuesto en una Europa recesiva, premiada con el galardón de "única región del mundo que no crece" y con 26 millones de desempleados (solamente España supone 6 millones), apoyados en sucesivas reuniones, cumbres y conferencias impulsadas por think tanks con las voces alternativas de exgobernantes y empresarios; la primera ministra alemana, Angela Merkel, asume "el liderazgo Europeo" por encima de inertes instituciones y sus dirigentes, -necesitados de revitalizar el espíritu y practicidad del proyecto europeo antes de las próximas elecciones-, para convocar a los "ministros de empleo europeos" a una Cumbre de Empleo para el próximo julio. Al parecer, ni el Parlamento Europeo, ni la Presidencia, ni la Comisión, ni la presidencia rotatoria de turno han tenido la fortaleza y competencia suficientes para hacerlo.
Así, lo que hasta esta semana era imposible (flexibilizar los objetivos de déficit, favorecer el crecimiento desde los presupuestos públicos, dotar al BCE y al BEI de funciones proactivas facilitadoras de acceso al crédito?) permitirá habilitar una partida presupuestaria inicial de 6.000 millones de euros al servicio del empleo -sobre todo juvenil- a finales de año. Se apuntan, además, otras medidas (Erasmus juvenil en prácticas de empleo, línea pyme para contratos en alternancia y bench marking con los países referentes -Escandinavia, Austria y Holanda-) de modo que los órganos competentes y los gobiernos de los estados miembro prioricen nuevas estrategias favorecedoras del empleo (en especial, juvenil). Medidas que, más allá de la alegría inicial al comprobar un cambio de rumbo -al menos sobre el papel- parecen claramente insuficientes, escasamente definidas y más fruto de la necesidad de "salvar el proyecto europeo", que diría el presidente francés Hollande, que una respuesta contundente y eficaz para la complejidad y dimensión del objetivo buscado. Merkel, tratando de explicar que ni ella, ni su gobierno, ni Europa cambian de estrategia, sino que es un paso más -ya previsto- en la misma dirección de este último quinquenio negro, advierte su preocupación porque "dispondremos de 6.000 millones y no sabremos qué hacer con ellos". Por tanto, acude a la metodología de la Cumbre que tan escasos resultados ha dado al progreso europeo.
En realidad, combatir la desproporcionada y grave situación generalizada de desempleo no es cuestión sencilla. Proliferan programas y políticas activas de empleo, se han emprendido múltiples reformas laborales pretendiendo facilitar la empleabilidad, se dan miles de millones para el emprendizaje de la mano de leyes y organismos asesores -casi siempre en manos de quienes nunca han asumido el compromiso y experiencia de emprender-, se mantienen -con nuevos logos e identidades corporativas- viejos y obsoletos sistemas públicos de empleo y se insiste en la prioridad del empleo juvenil, mientras otros colectivos de parados de larga duración asisten a las bondades de una cada vez mayor esperanza de vida, acompañada de un desempleo crónico que les condena a vivir más tiempo pero al margen del sistema económico vigente.
Sin duda, la buena noticia de la semana es que, como si se tratase de una sorpresa recién descubierta, el empleo cobra carta de naturaleza y ha de centrar el corazón de los políticos europeos (¿Y del resto de actores: el mundo de la empresa, los sindicatos y patronales, las universidades, los trabajadores, los propios desempleados?, la sociedad en pleno?). Lo importante, ahora, es superar el reclamo de la nueva buena trabajando, en verdad, para el empleo.
Un empleo que no puede darse, solamente paseando por Europa visitando a los amigos en un pseudo Erasmus de becarios (¿Existe alguna evaluación objetiva y rigurosa del verdadero impacto de Erasmus en el ámbito universitario como para proceder a su adaptación a otros espacios?) o con pseudo empleos de servicio social (siendo imprescindible la prestación de servicios sociales de alto interés para la comunidad, ¿Están debidamente regulados e incardinados en la empleabilidad y/o formación?). O con el inevitable autoempleo disfrazado de creación de empresas, con una desmedida apelación a un emprendimiento juvenil e inmediato en fases tempranas sin la experiencia y medios adecuados (¿Cómo y quién crea las verdaderas empresas en crecimiento?).
O desde la demagogia anti-empleo de sindicalismos de auto-protección corporativa anti empresario (¿Desde cuando el sindicalista es puro y noble y el empresario un enemigo social?). O desde la tradicional argumentación excluyente público-privada/gobierno-empresa que sostiene modalidades únicas de empleo público (¿Quién ha determinado que el empleado y servidor público tiene el valor de la eficacia y el derecho a un puesto de trabajo de por vida en una dualidad social con 26 millones de desempleados que han de buscar su futuro día a día?). El nuevo camino de la empleabilidad ni permite acudir a recetas mágicas ni a atajos coyunturales responsabilizando a los demás (nunca a nosotros mismos).
La verdadera capacidad de generación de empleo vendrá como consecuencia de crear riqueza, nuevas soluciones y servicios reales que demande la sociedad y que sean capaces de aportar valor sostenible. Esto ni se improvisa ni viene dado por generación espontánea.
Sin estrategias positivas de creación y reparto de empleo, sin un tejido económico ad hoc, sin un ajuste real de precios y valor, sin una formación adecuada y alineada al empleo, sin condiciones objetivas y reales que determinan la sostenibilidad de cada empleo, sin el diálogo social apropiado, sin proyectos empresariales reales, sin compromiso? los 6.000 millones de euros anunciados (esperemos que no se queden en el típico monto teórico a alcanzar en n años, redistribuyendo y renombrando los créditos ya existentes en decenas de programas en vigor) serán poca cosa.
Es momento de acometer una transformación radical desde el propio concepto, no sinónimo, de empleo-trabajo, de los diferentes compromisos y responsabilidades de todos los actores implicados y no de la excusa fácil de culpabilizar a la "sociedad y al sistema que nos han robado nuestro futuro". Es, sin duda, el único punto de partida desde el que podremos construir ese futuro que añoramos y necesitamos.
Por tanto, por el bien del empleo, esencial, para todos (empezando por los desempleados de hoy) confiemos estar ante mucho más que una buena noticia: ante un compromiso real de todos. De gran complejidad, largo recorrido, pero, por fin, el Empleo en el corazón de Europa. Miremos, sí a la Cumbre y a la cadena de propuestas que se harán desde los gobiernos pero demos paso, de manera especial al resto de actores, empezando por el empresario, y sus iniciativas y compromisos reales de creación de empleo.
Y, por supuesto, combinemos las estrategias y políticas a medio plazo con la urgente y angustiosa solución inmediata. Es tiempo de crear empleo pero también de repartirlo. Busquemos, también en esto, la excelencia pero seamos conscientes que no podemos renunciar a fases previas con alternativas intermedias.