LA verdad es que San Mamés, en su despedida, merecía un árbitro internacional, de primer nivel, pero creo que faltó sensibilidad a la hora de designar al colegiado. Pero José Antonio Teixeira Vitienes es un vecino y el más que posible descenso del Racing contrarrestó con la alegría de ser el último árbitro que dirigió un encuentro en San Mamés en competición oficial.

Tuvo un partido prácticamente tranquilo, no sin decir que equivocó en varias ocasiones la señalización de las faltas, sobre todo en tres fueras de juego de la primera parte que no fueron y dos jugadas discutibles, como en el minuto 31, cuando David Navarro le dio un codazo a San José. Aunque el jugador del Athletic estaba elevándose en el salto cuando conectó con el del Levante, podría haber señalado la pena máxima. Y en el 57 hubo otro salto entre un defensa y Aduriz que hubiese pitado lo que hubiese pitado, era válido, aunque para mí la acción era de penalti.

Por lo demás, tuvo suerte al no ser un partido complicado y no tuvo que mostrarse exigente disciplinariamente, ya que el mal comportamiento de Muniain, que le dio una patada a un contrario sin ser agredido previamente, se lo puso muy fácil, aunque también es verdad que no puede repetirse más veces la acción de este chico, pues son ya muchas y no se podrá decir que son chiquilladas. Esto, al final, podría acabar mal.

Por otra parte, la afición y los jugadores nos despedimos ayer de un campo que tantas veces he pisado como jugador y como árbitro. Me vinieron a la cabeza infinitos recuerdos, como los de los partidos que he pitado a la selección, al Athletic en homenajes como el de Dani, Rojo, Núñez... y la verdad es que me costaba tragar salida. Ahora solo queda decir: ¡Gora San Mamés!