EN tu despedida, amigo Basagoiti, tenemos que hablar un rato de ETB, no vayas a pensar que podemos pasar por alto lo mucho y cruelmente que atacaste a la radiotelevisión pública vasca y tu obsesión por menoscabarla. Tu profundo resentimiento se resume en una desdichada y grosera frase, pronunciada ante sus cámaras y el periodista Aitzol Zubizarreta el 5 de marzo de 2009: "ETB ha dado bola a ETA". No, Antonio, aquel exabrupto no fue un exceso verbal consecuencia de una mala mañana de resaca, ni siquiera una simpleza de tantas que nos regalaste en casi veinte años de militancia conservadora. Fue toda una declaración de principios y la excreción purulenta, dolorosa y fétida de los rencores acumulados por la derecha heredera del franquismo contra las instituciones de Euskadi y los sentimientos abertzales de una mayoría social de la que, al parecer, ETB era emblema. Fuiste, con aquella pestilente deyección, portavoz de la frustración histórica del PP en la hora de la ira española y la revancha antinacionalista.

Era obvio, Antonio, que el modelo y éxito colectivo de ETB, más que su significado, te crispaban y no por el adoctrinamiento ideológico del que la acusabas, sino porque los ciudadanos vascos disponíamos por fin de una alternativa singular al monopolio de los medios de Vocento y otros grupos estatales. ETB democratizó la información y el debate en perjuicio de intereses partidistas, no muy honestos. Fíjate que en las últimas elecciones, cuyos resultados a la postre han sido tu tumba política, reclamaste, en pintoresca coincidencia con Laura Mintegi, el cierre de ETB-2 y Radio Euskadi, y no por amor al euskera: pretendías devolver a tus aliados mediáticos la primacía perdida. Por lo demás no tienes motivos de queja, porque ETB te ha tratado divinamente, tal vez mejor de lo que te merecías por tus desprecios y porque compensó tu mediocridad y frivolidad con una difusión personal que te ha proporcionado una buena percepción pública. Consuélate, Basagoiti: lo que queda después de ti es mucho peor.