Resulta agotador que se repitan hasta la saciedad los temas en eso de la política. Mismos discursos, iguales reflexiones -si es que lo son- y reiteración aburrida un día tras otro. En ese ranking los Presupuestos 2013 han ocupado, sin duda, el primer puesto: los partidos de la oposición han insistido machacona y tercamente en que son los menos sociales de la historia. Como no lo han demostrado, prefiero pensar que nuestro Gobierno los había preparado lo mejor posible para unos tiempos en los que el objetivo debe ser reponernos frente a esta crisis que nos ha debilitado hasta las ganas de salir adelante. Ha hecho bien el Gobierno vasco al retirarlos y no dar la opción a la oposición de justificar su irresponsabilidad de no apoyarlos. Ya sabemos que PSOE y PP juegan como selección española pero me cuesta creerlo en el caso de Bildu que, al menos teóricamente, lo hace con la camiseta de Euskadi.
Mientras, en el Estado, la política sigue embarrada en una larga lista de corrupciones que casi nadie cree que vayan a aclararse y, mucho menos, ser sancionadas como corresponde: con devolución de los dineros, inhabilitación y penas de cárcel que deberían tener el agravante de responsabilidad por la pérdida de credibilidad en el sistema democrático.
Si antes teníamos razones de peso para defender la independencia y la plena soberanía de nuestra nación, ahora se hace urgente alejarnos de quienes necesitan al pueblo vasco para mantener sus caras instituciones, el despilfarro y la corrupción. Para otro momento dejamos extendernos en la importancia que tiene ser un estado en Europa, porque si esperamos a que nos representen y defiendan nuestros intereses desde Madrid vamos aviados. El lehendakari Urkullu volvió de sus reuniones en la Unión Europea con la satisfacción de saber que no caen en saco roto las propuestas con sentido.
¿Quién aguanta a los y las voceras del PP que intentan engañarnos prometiendo falsamente que no habrá más recortes cuando semana tras semana nos amargan la vida con nuevos, a la vez que destrozan el Estado del bienestar? Que es lo mismo que decir acabar con el sistema democrático. No parece que con 6.202.700 personas desempleadas en el Estado sea como para sentir orgullo, por lo que sorprende aún más la caradura del ministro Montoro hablando de superación de la crisis mientras nos cercenan derechos y calidad de vida.
Cada vez más se parece la situación a un túnel sin salida. Como esos del barrio de Lutxana en Barakaldo, usados demagógicamente por el alcalde del PSOE que decide cerrarlos pero luego los abre. Al final se demuestra una vez más que la seguridad de las mujeres no es una prioridad y lo que debería ser un debate serio, para que el urbanismo también se defina con perspectiva de género, se ha convertido en mero cálculo. No vaya a ser que pierda el voto de algunos vecinos.