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Si nos lo dicen, no lo creemos

Si nos lo dicen, no lo creemosFOTO: EFE

Hace un año, cumplida la decimoquinta jornada liguera, el Athletic festejaba su victoria en San Mamés frente a la Real Sociedad por 2-0 y se situaba en la quinta posición, a un punto de los puestos champions y a trece del descenso.

Un año después, cumplida la misma jornada, el Athletic y sus duelos todavía pasean la aflicción por la derrota contra el equipo donostiarra, que deja a las huestes de Marcelo Bielsa a tres puntos del Celta, antepenúltimo clasificado, o sea, que ya imploramos por lo bajines ¡vírgen de Begoña madre de mi Dios...!

Pero volvamos un año atrás: El Athletic ya estaba clasificado para la final de Copa, justo había eliminado al Lokomotiv de Moscú en la Europa League y se aprestaba a peregrinar con júbilo a Manchester para desafiar sin complejos al poderoso equipo de sir Alex Ferguson. Por aquel entonces, con tanta dicha que casi no cabía más y a fuer de ser sinceros, ¿quién diablos podía imaginar que los chicos iban a consumar en Old Trafford uno de los partidos más espectaculares de su historia? Incluso intuir siquiera aquel memorable encuentro, que dejó pasmada a la Europa futbolística y también a chinos y vietnamitas, pues por allá son muy del United.

Luego vino la apoteosis de la vuelta en la Catedral, y después el Schalke 04 alemán, y más tarde el Sporting de Lisboa, y la final continental contra el Atlético de Madrid.

La maravillosa eficacia exhibida por los muchachos de Bielsa estaba tan constatada que no había escéptico o cenizo que no pensara que por lo menos un título caería en el zurrón rojiblanco, y precisamente por ser así de gorda la ilusión generada la decepción consiguiente fue aún mayor. Pero resulta que el personal se quedó desfondado, sin fuerzas ni ganas de abroncar a la tropa, atrincherada, muerta de miedo y rendida al primer tiro. Al hincha le pudo la ternura, la memoria selectiva, jalonada por tantos días de vino y rosas, y supo perdonar lo imperdonable en la lógica del fútbol.

Con el tiempo, aquellas sensaciones tomaron plácido acomodo en el corazón del hincha. Tanto que la dura derrota frente a la Real Sociedad en el último derbi del viejo San Mamés no desencadenó la ira, ni la bronca, respuestas previsibles en los códigos del desencanto, ni tampoco dejaron ver lo evidente, que el Athletic se desploma sin remedio.

¿Quién iba a pensar en los buenos tiempos que Amorebieta, Javi Martínez y Fernando Llorente, la columna vertebral del equipo, iban a aprovechar la gigantesca ola de pasión y éxito para traicionar a la causa con tan alta dosis de egoísmo?

¿Y quién iba a pensar que Gorka Iraizoz, a quien DEIA premia hoy por su regularidad en la pasada campaña, paradojas de la vida, iba a ser desposeído de la titularidad por aclamación popular y sentido común?

¿Y quién iba a imaginar que Raúl, su sucesor en el puesto, cantaría de forma estridente en un partido así; en un derbi cargado de emotividad y simbolismo que le marcará, a él y a sus compañeros, a perpetuidad?

Pensando en lo que fue y pudo haber sido el Athletic hace tan poco resulta difícil escapar del desconcierto y el pasmo generado por los últimos resultados. Pero éstos más que indicar proclaman la situación de ruina de un colectivo que solo ha sumado cinco puntos de los últimos 27 disputados, o sea, que todo va a peor; y que acumula 50 goles en contra, una barbaridad que deja en muy mal lugar la capacidad del técnico argentino para equilibrar al equipo, despistado, roto, impreciso; y todavía peor es que el propio Bielsa reconozca su fracaso y la vergüenza que eso le provoca como toda respuesta.

Si echada la mirada atrás encontramos datos que parecían tan impensables como imposibles, mirando al futuro se puede divisar sin caer en la exageración un Athletic-Ponferradina para inaugurar el nuevo San Mamés, consumado el descenso a Segunda División, porque así de absurdo y disparatado se antoja en curso de los acontecimientos.

A la espera de una reacción inmediata, de momento confiemos en que los hay peores, ¿verdad?; en que hay tiempo suficiente para rectificar, y hasta en el Loco Bielsa, que lo mismo embelesa que conturba.

¿Quién el iba a decir al Real Madrid, hace un año era señor de la Liga, que ahora se podía arrastrar de mala manera, a leguas del Barça y a rebufo del Atlético, que ayer se sobrepuso a su fiasco europeo venciendo en inferioridad numérica al emergente Espanyol (eso de cambiar al técnico a veces funciona) por casta y convicción. ¿Consuela?