Joaquín Caparrós saludó con los cinco dedos de su mano derecha bien abiertos a los aficionados del Betis, que a coro de bilis se acordaron del exentrenador del Athletic, sevillista de cuna y fe, y sobre todo de su santa madre. Tras el encuentro preguntaron al respecto al técnico del Mallorca y Caparrós, con toda la sorna del mundo, aseguró que respondió con educación al esmerado detalle de la hinchada rival. Nada que ver la manita con el 5-0 que le endosó el Sevilla al Betis días atrás, añadió con donaire el feliz ecijano, dichoso por la buena nueva de su resurrección, según llevaba pregonando con reiterada pasión, sea con un milagro o tras una chufa de partido, como así ocurrió en el Benito Villamarín.

"Hemos llegado dos veces y hemos marcado dos goles. Pero esto es el fútbol. Con la actitud sola no vale. Lo más importante es sumar", dijo también Caparrós al más puro estilo Caparrós y nos acordamos de los tiempos que pasó por estos lares en cuanto Marcelo Bielsa optó por sacar frente al Zaragoza a Fernando Llorente para ponerle presto al remate junto a Aritz Aduriz. Pero con dos bizarros delanteros hambrientos de balón resulta que sobre el césped de San Mamés deambulaba un equipo que no sabía qué hacer con él, salvo sobarlo y hacerlo correr a ninguna parte, sin buscar el norte de la portería maña, donde los reputados arietes rojiblancos aguardaban con ansia una oportunidad que nunca llegaba.

"Esto con Caparrós se habría resuelto en seguida: zurriagazo arriba y a ver qué pasa, pero lo que es seguro es que la pelota estaba en el área contraria sin más dilación", argumentó un aficionado. Otro hincha también miró al pasado, pero encontró un camino diferente. "Esto con el sistema Bielsa se habría resuelto de inmediato, con apoyos constantes, transiciones rápidas y sentido vertical del juego", ponderó con evidente sarcasmo, pues como todo el mundo sabe el actual entrenador del Athletic es el mismo que endulzó el fútbol rojiblanco hace un puñado de meses.

Pero, aunque parezca lo contrario, a los dos hinchas les afligía la misma sensación: el desconcierto.

En cuanto se atisba la esperanza, llega el Zaragoza, un rival asequible para el despegue hacia la ilusión, y ya estamos de nuevo chapoteando en el cenagal donde se metieron los muchachos tras caer eliminados de aquella manera de la Europa League o de la Copa. En cuanto se vislumbra el fútbol alegre que inculcó Bielsa, caen en una amnesia colectiva y sucumben a la zozobra. ¿Suben, bajan? ¿Van, vienen?

Para ahondar en la desorientación se han puesto de moda los balances a un año vista, a cuenta del récord que Messi arrebató a Torpedo Müller; y si La Pulga es el máximo goleador universal, hemos podido conocer que aplicando la misma vara de medir Iraizoz se ha convertido en el portero más batido del año en el Estado español. Mal asunto que sin embargo será imposible que se repita en el próximo, no en vano Iraizoz ya no podrá recibir goles ni en la Copa ni en la Europa League, al menos hasta setiembre, luego tampoco hay mal que por bien no venga.

Tomado el mismo sistema, también debemos concluir que la trayectoria del Athletic fue estupenda, puesto que la parroquia antes de sufrir sendas decepciones en las finales se elevó de gozo viendo jugar a su equipo en el largo trayecto hacia la gloria.

Salvo el Barça, que tanto si le examinamos por temporada o por año natural sale la misma excelencia, otros, como los chicos del Madrid, no deberían ir por ahí con esa cara de cenizos, ¿o acaso no recuerdan que ganaron la Liga batiendo la plusmarca de goles y puntos y por eso han entrado en la historia?

Me parece que su pretencioso presidente Florentino Pérez tampoco encuentra consuelo mediante esta forma de calibrar los acontecimientos futbolísticos, que nacen con la temporada y mueren allá por mayo, cuando se acaba el curso. En el presente, y en apenas 17 partidos, el Real Madrid ha perdido más puntos que toda la temporada anterior. Dista en 16 del Barça, tiene por delante al Atlético, fue incapaz de clasificarse primero en la fase de grupos de la Liga de Campeones y purgará por eso ante el Manchester United y Mourinho ha reactivado con frenesí la máquina de hacerse antipático apartando a Iker Casillas de la titularidad en Málaga, herejía que trajo consigo el castigo divino de la derrota y deja sin defensa posible a Florentino Pérez frente al abyecto portugués, lo que servirá de pasto para alimentar los debates futbolísticos hasta el infinito y más allá. Amén.