hagan juego en ese gran casino en que se ha convertido el edificio europeo que empezó a construirse en 1950. Ahora llega el momento de apostar en la nueva ruleta diseñada por Oliver Wyman para tratar de recapitalizar la banca española e instalada en los espacios comunes de la Unión Europea, que antaño fue lugar de encuentro de la democracia, la libertad, la igualdad y la solidaridad y hoy, reconvertido en salón de juego, permite que tahúres avezados en la teoría neoliberal (Draghi, Monti, de Guindos, etc.) actúen como chamanes del siglo XXI que alardean de habilidades visionarias y adivinatorias como si estuvieran tocados por los dioses del conocimiento, pese a que carecen de capacidad predictiva y preventiva frente a una crisis que erosiona nuestros bolsillos y nuestras esperanzas en el futuro.

Así las cosas, el casino europeo no ha necesitado del Adelson de turno para imponer las normas trucadas que permite a los gobiernos, organismos oficiales, agencias de calificación, bancos, firmas financieras y analistas ser, al mismo tiempo, croupiers y apostantes en una gran ruleta donde juegan con los presupuestos creados a partir de nuestros impuestos y que garantizan el estado de bienestar de los ciudadanos.

Parece que alguno de estos jugadores ha intentado hacer trampa, como el ministro español Luis de Guindos que el pasado sábado tuvo que reconocer que el monto restante entre la cuantía máxima aprobada por el Eurogrupo para ayudar a la banca (100.000 millones de euros) y sus necesidades reales (algo más de 60.000 millones) no se utilizará para el rescate de la economía española, como se había dicho hace unas semanas. Lo que no dijo el ministro es que ha sido Europa, según el portavoz de la Comisión, Simon O'Connor, quien no permitirá utilizar ese dinero para otros menesteres como, por ejemplo, en la compra de deuda pública, porque se interpretaba como un intento de conseguir dinero para el rescate por la puerta de atrás y no pedir oficialmente el rescate que, según Financial Times, se está negociando y puede hacerse oficial este próximo jueves.

El lío es monumental. El casino funciona, aunque restan por instalar sistemas imprescindibles, como pueden ser el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MEDE) y el Fondo Europeo de Rescate. Entre tanto, la apuesta (préstamo) para recapitalizar la banca española llegará a través del FROB y computará como deuda pública y sus intereses como déficit. Vamos, que el dinero lo adelantan los ciudadanos españoles de sus impuestos y recortes presupuestarios. Durante este periodo el Estado será el receptor de la ayuda y también su garante y cuando entre en funcionamiento el MEDE la deuda pública anotada en el balance del Tesoro se transferirá a los bancos.

Conviene recordar que estas normas de juego actuales no obligan a que los apostantes privados continúen haciendo sus apuestas en la ruleta, tal y como lo hacían en la época de vacas gordas. Muchos de ellos han optado por no dejarse ver en la mesa donde se dirime el futuro de la economía española y la retirada de dinero está siendo masiva. Tampoco se toman medidas disciplinarias para aquellos jugadores que en el pasado apostaron el dinero que no era suyo, pero que lo gestionaban por mandato político en cajas de ahorro que han terminado quebradas o nacionalizadas.

Como verán, este casino europeo es peor que la ley de la selva. No sólo impone la ley del más fuerte, sino que los incompetentes, los negligentes e, incluso, los delincuentes que han jugado con el dinero ajeno y han engañado a sus clientes (preferentes y subordinadas) se retiran ahora a sus palacios de invierno con suculentas pensiones sin la menor reprobación por parte de los gobiernos que, en otros aspectos, dicen cumplir y hacer cumplir la ley.

Señalo esto último porque la ruleta que Oliver Wyman presentará el viernes consta de tantas casillas (14) como entidades han sido analizadas. Sin embargo, los resultados señalarán qué casillas están contaminadas por la mala gestión en tiempos pasados, aunque muy cercanos, y que otras están sin mácula. Entre estas últimas se da por seguro que estarán Banco Santander, BBVA, Caixabank, Bankinter y Kutxabank, junto a la posibilidad del Banco Sabadell. El resto recibirán ayudas en mayor o menor medida, destacando Bankia, que supera con creces los 20.000 millones de Euros.

Hay, por tanto, buenos y malos gestores. No todos han actuado igual antes y durante la crisis, pero todos sufren las consecuencias de la pésima gestión de algunas y la permisividad de los organismos oficiales. Pagan justos por pecadores. En los países malos hay empresas buenas que podrían competir en los mercados internacionales, pero tienen que pagar los intereses de la insaciable prima de riesgo provocada por la falta de credibilidad y confianza que tienen los malos, que amasaron sus beneficios al calor de la especulación inmobiliaria o el servilismo político. Por ello, ante un crédito similar pagan más que otras empresas que residen en países bien administrados.

Como decía Mario Fernández, presidente de Kutxabank, este verano en Santander, se ha hecho una tabla rasa que es una gigantesca injusticia, máxime cuando un buen puñado de cajas no han dado un solo problema al sistema financiero español.