juliÁn goikotxeta

por culpa del llamado virus FIFA (espacio que se abre en el calendario futbolístico para los partidos de las selecciones estatales), la infelicidad declarada al mundo por Cristiano Ronaldo ha invadido hasta el hartazgo los espacios informativos y colapsado los de opinión. No sé si tiene algo que ver con la prima de riesgo, que se ha batido en retirada ante la aflicción del crack portugués, pero sí conturbado sobremanera al periodista y a los medios de comunicación. En las entrevistas al deportista de turno siempre se desliza la misma pregunta: "A propósito, usted ¿es feliz?", ante lo cual el personaje cuestionado respondía que sí, más que nada para que no le metan en el mismo saco de Cristiano, ese chico del Madrid, sano, riquísimo, presuntuoso, ligón, fenómeno del balón y sin embargo triste e infeliz criatura que el Señor perdone por soberbio.

Da para mucho jugo la historia. Por ejemplo, tienta bastante pasar el asunto por el tamiz de la demagogia burda y buscar una criatura perdida en algún desvencijado campamento de refugiados del profundo Sahel para preguntarle también al respecto: "Y usted, ¿está triste?", a lo cual el desnutrido habitante de la nada responde con un mohín de felicidad, más que nada para que tampoco le metan en el mismo saco de Cristiano, ese chico chulo, narcisista, provocador, bien alimentado y reputado goleador (y porque acaba de ingerir una sopa con mondas de patata).

Da mucho jugo la historia, hay que admitirlo. Por ejemplo, al común de los mortales, y no te cuento nada a los parados, tullidos sin remedio, feos y demás gremios de agraviados por la naturaleza y la sociedad jode escuchar semejante estupidez, pero a la vez, como diría, ¿consuela?, que Cristiano, ese chico altanero, terror de las nenas y pesadilla de porteros, con todo el dineral que tiene, desbordante de salud y éxito reconozca que es un pobre infeliz, lo cual corrobora que ni la fortuna ni las lisonjas repetidas garantizan la dicha.

Aprovechando las tribulaciones que azoran al bigardo merengón, el diario portugués A Bola ha publicado extractos de la reciente biografía de Wayne Rooney, por título Mi década en la Premier League, en los cuales refiere sus experiencias junto a Cristiano Ronaldo cuando ambos compartieron vestuario en el Manchester United. Con la pinta de estibador de puerto pirata que tiene el delantero inglés, Rooney seguro que forma parte del grupo de los consolados por la súbita y lánguida depresión de Ronaldo. O sea, que se comparaba y se morían de envidia hacia el pollo portugués.

"Tenía un espejo en el armario del Spa de Old Trafford y no paraba de mirarse. En el túnel que daba acceso al estadio también hay espejos y Cristiano se quedaba mirándose varios minutos. Jugué con él y me di cuenta de que no podía pasar sin admirar su imagen. Tenía como meta ser el mejor y siempre estaba hablando de lo mismo. En un entrenamiento nos dijo que estaba desesperado por ser el mejor", confiesa Rooney. Ya estoy viendo al espejo cabrón respondiendo a la pregunta, espejito, espejito dime tú ¿quién es el futbolista más bonito?

-¡¡¡Messi...!!!, si acaso Iniesta...

Y a Ronaldo le entra la llantina.

Así que Wayne Rooney ha puesto el dedo en la llaga y desentrañado la causa que trae en un sinvivir a Cristiano Ronaldo, aunque otras voces abundan en la idea de que un aumento de sueldo sin duda le hará recobrar la sonrisa, y entonces es muy probable que vuelva a festejar los goles de esa forma tan ingrata a ojos de los seguidores del equipo rival.

Llegados a este punto uno no puede evitar acordarse de Fernando Llorente, que se ha convertido en otro infeliz de la vida. La causa no es tan baladí y el efecto ha emponzoñado la alegría y esperanzas que compartían la afición del Athletic antes de que el entrenador Marcelo Bielsa y el presidente Josu Urrutia fueran incapaces de afrontar con serenidad, sentido común y elegancia el conflicto por las obras de Lezama; se marchara con cajas destempladas Javi Martínez, dejando en contrapartida, eso sí, 40 millones de euros que sin embargo no han servido para recuperar la felicidad perdida, ni a Llorente, de quien no se sabe si una mejora en la ficha colmará su autoestima, o si lo que realmente sucede es que el Athletic ya no cubre sus ambiciones.

A la espera de respuestas, démosle mucho amor al mocetón riojano, porque le necesitamos para la causa rojiblanca, y a lo mejor ablandamos su corazón a base de mimos y renueva.

Quien está feliz es aquel de ahí arriba, brillante vencedor de la Vuelta. Dicen que Alberto Contador rechazó un chuletón de Ávila camino a Madrid y que incluso se ha vuelto vegetariano. Toda precaución...