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La despedida, o no

La despedida, o noefe

CONCLUIDA la final deCopa Pep, Guardiola mostróun rostro que irradiabafelicidad y calma. Sonreíacon alborozo sosegado y abrazabay daba la mano a cuando bichoviviente se acercaba a su lado.Como saben, el técnico de Santpedorha dejado de ser entrenador delBarça después de abrir y cerrarfrente al Athletic un ciclo triunfalde cuatro años.

Barcelonista desde la cuna, duranteese tiempo logró catorce títulospilotando con primor un transatlánticode lujo. Se larga exteriorizandouna desbordante sensación de placer,dispuesto a disfrutar de la vida ahoraque tiene 41 años. Lo deja, perosolo porunrato, sabiendo que al cabode nomucho tiempo volverá, porqueesunvicioso del fútbol, presto a retomarla espléndida nave blaugrana,como entrenador, o a lo mejor de presidente,o para fundar una iglesiaculé porque sabe que en cualquiercaso todos le rendirán pleitesía.

De esta forma, íntimamente ligadaa Pep Guardiola y al mejor trozode la abigarrada historia del Barçaha quedado abrazado el Athleticpara su desgracia, lo mismo queMarcelo Bielsa, su preparador, acuyo retiro espiritual en MáximoPaz, distante en 80 kilómetros deRosario, peregrinó el ya exentrenadorazulgrana para conversar sobrefútbol y pedirle sabio consejo.El cineasta David Trueba, queacompañó a Guardiola en el viaje,desveló parte del encuentro, queduró unas once horas. Marcelo lepreguntó: “¿Por qué usted, queconoce toda la basura que rodea elmundo del fútbol, el alto grado dedeshonestidad de cierta gente, aúnquiere volver ahí, y meterse ademása entrenar? ¿tanto le gusta la sangre?”,preguntó el loco. Pep respondió:“necesito esa sangre”.

Nosferatu Guardiola ha dejadoseco al Athletic antes de quitarselos dientes de vampiro y marcharsea disfrutar la vida a pleno sol.Pero el muy ruin, sin embargo,cuando anunció su adiós al Barça,argumentó que se había “vaciado”;que estaba sin energía a causa delenorme esfuerzo mental autoimpuesto para llevar a cabo su primorosotrabajo. Necesitaba “volvermea llenar”, confesó.

Discursos paralelos

Parecido discurso había argüidoBielsa para explicar su renuncia ala selección argentina. Pero a diferenciade Guardiola, que deja elBarça exhausto pero ungido por eléxito, el técnico rosarino se fue despuésde haber clasificado a la selecciónalbiceleste para el Mundial de2006, pura rutina, y sobre todo marcadopor el fracaso en el Mundial’2002 de Corea y Japón, cuandoel pueblo argentino reclamó eltriunfo, al amparo de un poderosoequipo, porque necesitaba alienarsepor la vía futbolística de la depresióncolectiva que había provocadola crisis económica y el corralito.

Bielsa retomó el oficio tres añosdespués con el vigor recobrado,impulsando a la selección de Chile,donde aún le veneran, y tras dejaraquella aventura reapareció en elteatrillo balompédico en Bilbao,seducido por una insólita propuesta:¿qué se puede esperar de un locodirigiendo a un equipo de raros?Ese equipo de raros tiene una hinchadatan extraña que le aclama eimplora su renovación después deperder dos finales consecutivashaciendo el canelo más absoluto; ytambién después de soñar con laclasificación para la Liga de Campeonespara quedarse anclado enuna discretísima décima posición.

Retomando las palabras que Bielsadirigió a Guardiola para saber suinterés por ser entrenador, por aquíno aparece la deshonestidad imaginadaque tantas veces guarnece elfútbol, sino mucho cariño; ni tampocohay basura que sacar por lapuerta de atrás. Aquel interroganteno sirve de escudo, y sin embargoBielsa se ha enclaustrado en suinsondable mundo interior meditandosi se va o se queda, a sabiendasdel calor que se le brinda desdeuna afición entregada y sobre todola evidencia de lo evidente: que sulabor está inacabada; que disponede un equipo entusiasta, muy joveny moldeable, cargado de futuro; queél mismo ha reconocido su culpabilidaddirecta en las última derrotas,luego nos debe una explicacióndocente, y sobre todo que la gente lerespeta, ama y adora su legado.

¿Se puede pedir algo más?

A la espera

Desde luego que no, y a la espera dela respuesta que el técnico argentinoprevisiblemente ofrezca a lo largode esta semana, es difícil de imaginarla huida de Bielsa, salvo quetrence su discurso de despedida conun argumentario tan sincero comoconvincente e inapelable.

Cuan insólita está siendo la despediday cierre de la temporada, con elAthletic desvencijado por el esfuerzoy naufragando a las puertas delparaíso, pero cargada de un sabordulce que se sobrepone al amargorde la última sensación. Atrás quedauna campaña que se llenó de ilusiónallá por enero, con la clasificaciónpara la final de la Copa y el premioañadido de una plaza europea; fueelevando el diapasón con las exhibicionesfutbolísticas ante el ManchesterUnited, el Schalke o con laperspectiva de dos finales. Es decir,cinco meses de júbilo por cuatro díascon las lágrimas congeladas sobrelas mejillas. Ha valido la pena.