El partido fantasma
Y ahora, ¿dónde ponemos los paños calientes? O dicho de otra forma, ¿hay que seguir siendo indulgentes y arropar bien a los chicos, so pena que se constipen y no lleguen con salud física, y sobre todo mental (entiéndase: no es que se vuelvan locos, sino que le den vueltas al coco, se despisten, les entren las dudas transcendentales y acaben en depresión colectiva) a la final de Copa ante al Barça?
Pongamos primero los paños calientes: el Levante, que tiene el segundo presupuesto más bajo de la categoría, le mete una soberana paliza al Athletic y se clasifica por primera vez en su historia para un torneo europeo, pero con el beneplácito del equipo rojiblanco, que se toma el partido como mero trámite, se dedica a practicar un insulso fútbol de salón (taconcito por aquí, taconcito por allá) y por si acaso los goles le pillan a Gorka Iraizoz.... ¿poco inspirado? (dejémoslo así), y a la zaga despendolada, y es que cuando no hay motivación tampoco hay fundamento, y encima hacía un calor de mil infiernos, y acuérdense ahora del favor, cuando en aquel tenebroso año (a puntito del descenso, y parece que fue ayer) el Levante hizo algo parecido, solo que al revés, y de bien nacidos es ser agradecidos.
Hay que ver el mérito que tiene el Levante, peleando hasta el último partido por meterse en la Champions nada menos, con esa plantilla de desgarramantas, pobres y honrados trabajadores, y esa afición que da gusto verla, desbordada por la felicidad.
Porque, al fin y al cabo, ¿qué le iba al Athletic en el envite? Y ¿acaso el Barça no jugó también al despiste la noche anterior contra el Betis? Ahora bien. Una cosa es ser generosos y hacerse el Don Tancredo, y otra sobreactuar con el asunto, pues no se entiende de otra manera el asombroso penalti que cometió Fernando Amorebieta, que ya le vale al tío, antesala del rotundo 3-0.
Sin duda en la génesis de esta derrota inapelable está la enorme frustración de Bucarest, pero también la terapia para afrontar con vigor recobrado la cita copera con el Barça. Por si alguien tenía dudas, la desoladora imagen que ofreció el Athletic en la final de la Europa League, la punzante espina clavada en tantos corazones rojiblancos y la guinda de este partido fantasma servirán para rebajar el grado de euforia entre la fiel parroquia rojiblanca, que volverá a peregrinar en masa a Madrid, el próximo 25 de mayo, esperanzada sí, pero con la fanfarronería aparcada, so pena de recibir otro varapalo importante, no en vano enfrente está el Barça y sus duendecillos siderales, la oportunidad de llevarse un título a la boca para aplacar el sabor de un año agridulce, y la declarada vocación de despedir con bizarría a Pep Guardiola.
Para consumo interno, no es lo mismo afrontar un partido con la presión añadida de ser favoritos (extraña condición que asumieron los discípulos de Bielsa y que pesó como una losa frente al Atlético) que ir de víctimas, lo cual permitirá a los chicos romper amarras mentales y jugar como lo hicieron ante el Manchester United en Old Trafford.
Además, se gane o se pierda la siguiente final, está claro que Bielsa es consciente de que su seductora obra en el Athletic queda inacabada, porque un equipo sin mentalidad de campeón no es nadie, anomalía que probablemente le obligará, en consecuencia con su coherencia manifiesta, a renovar el contrato.
Llegados a este punto resulta que casi no hay espacio para el palo y tentetieso, que se lo merecen, porque encima me he acordado del Sporting, pobres, que han descendido, y eso sí que es terrible, y me ha entrado un poco de pena, también por Clemente, y fijada la mirada en su figura he rememorado aquello que decía años atrás, cuando hacía frío en el Athletic, y con la ley Bosman y la invasión de extranjeros parecía el acabose para el club: Bastante mérito tiene no bajar a Segunda, solía decir con más razón que un santo. Y resulta que el Athletic disputa finales, ¡y a pares!, porque, aunque las pierda, antes hay que llegar hasta aquí.
Lamento el descenso del Sporting, el tercero consecutivo de un equipo dirigido por el Rubio de Barakaldo (Murcia, Valladolid...), y por el Villarreal de Miguel Ángel Lotina, que también lleva un carrerón... Ayer dijo: "Lo que pasa en los tres o cuatro últimos años en Primera es preocupante...". No quiso ahondar. Antes, escucho en la radio: los jugadores del Rayo les han dicho a los del Granada, conocido que Falcao había anotado en El Madrigal el 0-1: "¡¡Dejadnos marcar y nos salvamos los dos!!". Casualmente marcó Tamudo en el minuto 92, y en fuera de juego. Se salvó el Rayo. Y bajó el Villarreal. Y Lotina volvió con su melancolía.