si algo, a estas alturas de la crisis, pone los pelos de punta es la idea de que pueda visitarnos la prima de las angustias. Para algunos no es especialmente peligrosa ni mortal. De hecho, los parientes ricos (la banca) se han beneficiado con su visita y han ganado en los últimos meses unos cuantos millones de euros tras comprar deuda pública cara con dinero barato prestado por el BCE. Claro que otros, los parientes pobres (la sociedad), no pueden decir lo mismo y observan impotentes como la desaforada voracidad de la prima termina por vaciar ese frigorífico económico, obsoleto y desguarnecido, donde se guardan las escasas reservas alimenticias, dejando, como mucho, un par de yogures caducados y una cerveza light.

Pues bien, así ha ocurrido desde hace un par de semanas. La prima ha vuelto a poner en evidencia los presuntos efectos curativos de los manguerazos de liquidez del BCE (préstamos al 1% durante 3 años) y la credibilidad que merece entre los operadores de los mercados financieros la panoplia de reformas, recortes, ajustes proyectados en los primeros cien días del Gobierno Rajoy. Los inversores huyen despavoridos tanto de la renta variable como de la deuda pública. No les gusta unos presupuestos sin margen para el crecimiento y les asusta la dramática situación del sistema financiero español, al borde de la insolvencia como consecuencia de su exposición en el sector inmobiliario.

Los números son tan fríos como elocuentes y, con el permiso de los lectores, les pongo unos cuantos ejemplos: todas las bolsas europeas registran pérdidas en el actual mes de abril, pero el IBEX35 ha sido el gran perjudicado. Cerró el paso viernes 13 (día de mala suerte en las culturas anglosajonas) con la mayor caída del año (3,58%) y se deja casi un 10 por ciento desde el pasado lunes día 2, sólo superado por la bolsa italiana (-10,14%).

Claro que si vemos la evolución en este 2012, las cosas se complican porque el índice español es el más negativo con un desplome del 15,36 por ciento, mientras que el DAX alemán registra una subida del 15 por ciento.

No quiero cansarles con más números, pero la pregunta es evidente: ¿Cómo es posible un diferencial de 30 puntos entre la ganancia alemana y el desplome español en tan sólo tres meses y medio?

Lo fácil, en estos casos, es apelar al patriotismo y alegar "ataques injustificados y especulativos" a la economía española, pero la realidad es otra. La crisis muestra lo mejor y peor de cada economía cruzando en el virtual mercado europeo los balances, medidas, reservas y reformas de cada uno para terminar rompiendo la Europa de Bruselas en dos partes que parecen irreconciliables. Cada país miembro de la UE hace valer sus recursos para subsistir en un mercado contraído por el temor de los consumidores e hipertrofiado por la falta de liquidez en el mercado crediticio.

Nadie confía en la economía española y el propio FMI alerta de una recesión particularmente severa en las economías que sufrieron una escalada del endeudamiento de los hogares antes de que se iniciara la crisis. Para combatir esta situación, pone el ejemplo de la amnistía hipotecaria de Islandia. Pide estímulos monetarios para países donde las hipotecas manejan tipos variables, como España: "Las burbujas inmobiliarias y las recesiones precedidas de mayores alzas del endeudamiento de los hogares tienden a ser más severas y prolongadas", provocando que la debilidad económica pueda persistir "durante al menos 5 años", concluye el organismo en el capítulo 3 del World Economic Outlook, que acaba de publicar.

Es el aperitivo del estudio completo que desvelará la próxima semana, detallando las nuevas previsiones económicas de España.

Expuesta la gravedad de la situación, el organismo concluye, tras analizar múltiples casos y estudios, que "las políticas gubernamentales pueden ayudar a prevenir las contracciones prolongadas en la actividad económica al abordar el problema de la excesiva deuda de los hogares". Cita los programas "audaces "de reestructuración de deuda de Islandia que ha declarado una amnistía inmobiliaria, pues los bancos de la isla (muchos de propiedad estatal) han perdonado créditos equivalentes al 13% del PIB islandés que "pueden contribuir a evitar bucles autorreforzados de impagos en los hogares, nuevos descensos del precio de la vivienda y contracciones adicionales de la actividad". Ofrecen, por tanto, "beneficios significativos" a un coste fiscal relativamente bajo, ayudando a mitigar la morosidad al reducir la carga de devolución de la deuda y el número de ejecuciones.

De modo que, frente a las reformas y los recortes del Gobierno Rajoy, hay algunas ideas que frenarían, al menos, la tragedia que viven muchas familias desahuciadas, al tiempo que paliarían las angustias de la prima que tanto parecen preocupar a Juan Carlos de Borbón, quien manifestó que le "quita el sueño el paro juvenil" en el mismo acto (entrega de becas de La Caixa el 14 de marzo) en que se quedó dormido. Posiblemente, también se evitaría que el jefe del Estado decida pasar las noches de insomnio en arriesgados safaris en Botsuana donde la falta de sueño le hace caerse y romperse la cadera.