Los juegos florales surgieron en Roma, unos 200 años antes de Cristo, en honor a Flora, diosa de las flores, como es natural, y de la primavera, y todavía mantienen su vigencia en muchos rincones del mundo. El reencuentro entre Marcelo Bielsa y Pep Guardiola mezcló de vísperas la fragancia de las gardenias y el fragor de la palabra premeditadamente elegante, cargada de sincera adulación. "El Athletic es la sensación de Europa", dijo Pep; luego añadió: "Ver jugar a sus futbolistas es un placer, porque además de hacer un fútbol atractivo son honestos, corren y pelean cada balón". El Gran Guardiola sentenció a modo de corolario hacia quien calificó de "maestro": "Bielsa podría entrenar a cualquier club del planeta. Dale un equipo, que él siempre lo mejora".
La torrencial lluvia de primavera encontró terreno abonado en su ilustre colega argentino, que respondió con su habitual modestia y hondura conceptual: "Eso de maestro o alumno se justifica por las obras. Mire la obra de Guardiola y la mía y mire quien es alumno y quien maestro. No, yo no soy el maestro porque las cosas que he construido en el fútbol no justifican esa condición, muchísimo menos si las comparas con las que ha construido Guardiola".
Sin embargo, y lo mismo que los juegos florales de la Roma clásica derivaron en orgías, desenfreno y bacanales, los prolegómenos del Barça-Athletic tuvieron otro debate, desde luego más áspero y controvertido, mayormente entre la afición rojiblanca, que proclamó sin ambages su indignación al considerar atropello que se programara un partido de tanta exigencia, atractivo e intensidad sin haber transcurrido ni tan siquiera 48 horas del anterior, el choque europeo frente al Schalke 04. Buena parte de la hinchada exigía a Bielsa que jugara directamente con los juveniles, total ¿para qué? Y también fueron legiones quienes pidieron al técnico que pusiera sobre el césped del Camp Nou a un Athletic insípido, a ser posible sin ninguno de los titulares. En los foros a los que estuve atento no escuché a casi nadie reclamar donaire y sentido deportivo, apostando por el equipo de gala, así revienten, mientras doctas voces en medicina asomaban por doquier advirtiendo sobre el riesgo de lesiones si se afrontaba tan exigente partido con la tropa habitual.
Intuyo a Bielsa dándole vueltas al magín, buscando un equilibrio sensato, preservando la consistencia del Athletic sin disminuir en demasía su potencial, pero también su principios, inalterables, de competir en buena lid siempre, caiga quien caiga. Y eso es una quimera, pues si al once habitual le quitas un par de piezas la estructura cruje, se resiente y malamente funciona, y menos con el sideral Barça enfrente. Así que Bielsa, atrapado en su propia red, optó por una decisión de bienqueda; es decir, preservó al arranque del partido de la columna vertebral (Amorebieta, Ander Herrera, Muniain y Llorente) y sin embargo con la evidencia de la derrota inevitable recurrió a los buenos, total para acabar igual. Para gastar energías inútilmente y perder sin remedio, salvo que sirva de atenuante que el único lanzamiento en todo el partido contra la portería rival, obra de Muniain, se produjo entonces.
Puestos a bienquedar de cara a la galería, y también al interior, conforme a sus insobornables principios, ¿no hubiera sido mejor haber hecho lo contrario: sacar al equipo fetén al inicio, calibrar el encuentro y hacer los cambios después, visto que poco o nada se podía hacer ante este Barça inalcanzable?
Pasado el mal trago, el partido deja jugosas consecuencias:
Que Marcelo y Pep se aman.
Que el "déjate de imagen, ¡clasificación amigo!" (Caparrós dixit) pasó a mejor vida, pues hace un año y con los mismos partidos disputados el Athletic estaba quinto, con siete puntos más en el casillero. O sea, que nos importa un pepino ese asunto de lo encantados que estamos con lo bien que juegan y lo bueno por venir.
Que Bielsa ensayó y acertó en el modo de intentar desactivar en lo posible a Messi (marcaje al hombre de Ekiza y alejarlo lo más posible del área propia), lo cual es bueno para...
¿Para qué? Si pese a todo el sueño de ganar la final de Copa al Barça sigue sonando a fantasía. En cambio ahora -¡eureka!- sí es posible alcanzar un título de cuajo: ¡La Europa League!