JAVIER Clemente está a laespera de que le salga unnuevo trabajo, después derescindir su contrato con laselección de Camerún, que no consiguióclasificarse bajo su direcciónpara la fase final de la Copa de Áfricay por eso le han echado con cajasdestempladas. A sus 61 años, elRubio se resiste a ocupar definitivamenteel lugar que la historia letiene asignado; en una hornacinacon arco románico situada en lugarpreferencial de La Catedral, dondeserá venerado per sécula seculórumpor la hinchada rojiblanca como esde ley; en eterno homenaje al armadory timonel del último Athleticcampeón, con dos ligas, Copa ySupercopa a sus espaldas entre losaños 1983 y 1984.

Nadie duda que la suya será unagesta dificilísima de emular, por nodecir imposible, razón sublime queconvertirá a Clemente cuando dejeel proceloso mundillo futbolísticoen un santón, por encima del bieny del mal, por muy gamberro ybocas que haya sido.

Pero mientras eso no suceda, y tienetoda la pinta de que no, JavierClemente sigue a lo suyo, pisandocharcos, así que el otro día cuandole preguntaron sobre cómo ve alactual Athletic, capaz de tutear almismísimo Barça, no se le ocurrióotra cosa que afirmar: “NuestroAthletic (el suyo) pasaría por encimade este”, lo cual es mucho suponer,aunque me parece que como elhombre está en fase crepuscularnecesita reivindicarse y contarbatallitas del abuelo.

Y aquella vigorosa muchachadaque dirigió en tiempos gloriosos¿también pasaría por encima de losGainza, Zarra, Panizo, Iriondo ycompañía; o de otras legendariascamadas de leones que han forjadola leyenda del club?

En otro foro y bajo otra esfera desu densa trayectoria, Clemente aseguróque la selección española queél dirigió, sobre todo en los añosnoventa, ganaría a la actual, pormuy campeona del mundo que sea,y que se divierte más con el fútbolbizarro del Real Madrid que con eltiqui-taca del Barça, y en eso nadahay por objetar.

que su actual cotización comoentrenador está muy a la baja y difícilmentele saldrá un club de campanillasreclamando sus servicios.Le queda la posibilidad de formarparte de las tertulias futbolísticasque tanto se prodigan y en dondesin duda ejercería un papel estelar;aunque tampoco se puede descartarque un jeque árabe tenga elcapricho y le proponga un dineraly una mansión de las Mil y UnaNoches, como le ha ocurrido alcenutrio (en su faceta de entrenador)Diego Armando Maradona o aEnrique Sánchez Flores, a cambiode entrenar a un equipo de los Emiratos,y no como los ayatolás deIrán, que le ofrecieron a Clementeel cargo de seleccionador, perorenunciando a Satanás (el golf o unbuen Rioja con jamón pata negra).Y, siempre, siempre le quedará laposibilidad de la jubilación, y seráentonces cuando suba definitivamenteal parnaso rojiblanco paraser reverenciado por la hinchadarojiblanca en su hornacina sacramentalasí pasen cien años, pormuy exabrupto que fuera.

Con todo y en este fútbol tan globalizadono sería raro ver a Clementedirigiendo a cualquier equipoexótico, porque me da que suvocación es morir, si puede, con lasbotas puestas. Peor es lo de JoséAntonio Camacho, que pudiendo genera, aunque lleva camino deentrar a formar parte de la cuadrillasandunguera que todavía liderael inefable David Vidal si continuametiéndose por estos berenjenalesde comparar sus buenos tiemposcon los nuevos vientos.

La supervivencia

Pensándolo mejor, puede que sea unmecanismo de supervivencia, puesa lo peor necesita fomentar así laautoestima teniendo en cuenta queha salido trasquilado y por la puertade atrás en sus últimos empleos(selección de Serbia, Murcia,Valladolidy Camerún), sabe de sobra que su actual cotización comoentrenador está muy a la baja y difícilmentele saldrá un club de campanillasreclamando sus servicios.

Le queda la posibilidad de formarparte de las tertulias futbolísticasque tanto se prodigan y en dondesin duda ejercería un papel estelar;aunque tampoco se puede descartarque un jeque árabe tenga elcapricho y le proponga un dineraly una mansión de las Mil y UnaNoches, como le ha ocurrido alcenutrio (en su faceta de entrenador)Diego Armando Maradona o aEnrique Sánchez Flores, a cambiode entrenar a un equipo de los Emiratos,y no como los ayatolás deIrán, que le ofrecieron a Clementeel cargo de seleccionador, perorenunciando a Satanás (el golf o unbuen Rioja con jamón pata negra).

Y, siempre, siempre le quedará laposibilidad de la jubilación, y seráentonces cuando suba definitivamenteal parnaso rojiblanco paraser reverenciado por la hinchadarojiblanca en su hornacina sacramentalasí pasen cien años, pormuy exabrupto que fuera.

Con todo y en este fútbol tan globalizadono sería raro ver a Clementedirigiendo a cualquier equipoexótico, porque me da que suvocación es morir, si puede, con lasbotas puestas. Peor es lo de JoséAntonio Camacho, que pudiendo elegir entre 1.300 millones de chinosno ha podido encontrar a onceindividuos medianamente decentespara atender los asuntos futbolísticosy capaces de clasificar al enormepaís para el próximo Mundialde Brasil.

Resulta que el desbarajuste dehorarios al que ha sido sometida laLiga es, en parte, para atender almercado chino, al parecer interesadode súbito por las cabriolas que conel balón se hacen por aquí. Suena acuento (chino), a burla y, en su defecto,exijamos la dimisión deCamacho.