Varias leyendas buscan una explicación a los orígenes de Jaun Zuria, primer Señor de Bizkaia y a quien se le atribuye, en todas ellas, que era rubio y descendiente de reyes. Dos de los relatos aseguran que era hijo de una princesa escocesa, que, exiliada en Mundaka, tuvo un hijo de Sugaar, el culebro, o con el señor de Busturia. Otras afirman que era hijo de una princesa de Mundaka y de un señor normando. Un tercera versión relata que Jaun Zuria era un príncipe heredero irlandés que se llamaba, en realidad, Lemor MacMorna y que mató al rey, su padre, en un accidente de caza, lo que forzó su exilio, llegando a Mundaka con dos de sus sirvientes en una pequeña embarcación. Por aquellos días las tropas asturianas atacaron Bizkaia, y Lemor luchó contra ellas, venciéndoles en la legendaria batalla de Padura. Por ello recibió el nombre de Jaun Zuria. Algunos autores le atribuyen, incluso, un origen vikingo. Quien sabe...

Viene al caso recordar la procedencia continental de este mito de Bizkaia ahora que Athletic y Bizkaia Bilbao Basket miran hacia las tierras del norte, hacia la vieja Europa, en una semana cargada con la electricidad de la emoción. ¿Quién es el Jaun Zuria de esta expedición, el hombre que liderará el ataque...? No parece que quepan dudas: Iker Muniain. Exiliado del Reyno de Navarra y con capacidad para movilizar a un ejército de futbolistas a sus espaldas, Muniain parece imbuido por el espíritu del viejo héroe. No da la impresión, eso sí, que a él le importe ni lo sienta así. Más al contrario, su Hércules, su ídolo mitológico, es otro bien distinto: Bart Simpson. No es de extrañar si se juzga que Iker es un aventajado discípulo de pícaros y robaperas, un futbolista de calle antes que de academia.

La siguiente pregunta que salta cuestiona si es necesario echarle el equipo al hombro. Al igual que en tiempos aún calientes se hablaba de Llorente como el único capaz de gobernar en un atormentado Athletic (atormentado, digo, porque la inmensa mayoría de sus partidos se libraban en medio de la tempestad...), ahora parece ser Muniain el imprescindible. No es malo que un equipo de fútbol tenga una referencia clara. Más al contrario, los grandes equipos que han perdurado en la memoria lo han logrado con un nombre propio a su espalda. Se habla del Brasil de Pelé, el Ajax de Cruyff, la Argentina de Maradona, el Madrid de Di Stéfano o, ahora mismo, el Barça de Messi. Ese es un cantar y otro bien distinto hacer que diez dependan de uno solo.

Muniain está tocado por los dioses pero no es uno de ellos. Se trata de un futbolista singular, con una dimensión extraordinaria. Pese a que su presente ya es grande se le augura un porvenir rosado como el revés de un naipe, un mañana inimaginable (practica un fútbol a contraestilo, impredecible...) que puede traer al Athletic muchas alegrías. Pero el futuro tiene muchos nombres, tal y como decía Víctor Hugo, también precoz en sus artes. Para los débiles, es lo inalcanzable. Para los temerosos, lo desconocido. Para los valientes, es la oportunidad. Se quiere y espera que Iker se quede en esta tercera opción, en el exclusivo club de futbolistas capaces de dar un paso al frente y convertirse en jugadores de época.