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Buscando la cordura

Buscando la corduraFoto: José sampedro

Terminada prácticamente la temporada, Kaiku ha refrendado a lo grande, con la conquista de la Bandera El Corte Inglés, su excelente singladura arraunlari en la cual, y por vez primera, se adjudicó la Liga ACT San Miguel, por delante de Urdaibai, quién a su vez, además de conseguir la segunda plaza puede alardear, y con razón, de una extraordinaria campaña, pues en sus vitrinas luce la Bandera de La Concha, el título más apetecido y que, para muchos, define la excelencia, al auténtico campeón del curso.

Al dominio de Kaiku y Urdaibai hay que añadir el ascenso a la Liga San Miguel de las traineras de Portugalete y Zierbena, lo cual ratifica que el remo vizcaino atraviesa por un momento magnífico.

sin embargo sobre esta visión idílica del asunto flota demasiada mala leche; tanta que ha logrado desenfocar la evidencia deslumbrante de semejante éxito.

Y lo peor de todo es que la turbia rivalidad entre Kaiku y Urdaibai, surgida el año pasado, cuando José Luis Korta no supo encajar la derrota en La Concha y lanzó toda su rabia contra su contrincante, al que acusó de dopaje, y que ha acompañado a lo largo y ancho de la presente campaña, lleva camino de acabar como el rosario de la aurora si el Juez Árbitro de la ACT decide sancionar finalmente a Urdaibai con el descenso de categoría.

Hay que tener en cuenta que ningún remero de la Bou Bizkaia ha dado positivo en los diferentes controles a los que han sido sometidos. Hay que tener en cuenta la presunción de inocencia, como es de rigor, hasta que los tribunales no resuelvan judicialmente sobre los imputados en la denominada Operación Estrobo, y no antes, a final de mes, como en su día pidieron siete de los doce clubes que integran la ACT.

Hay que tener en cuenta, también y afortunadamente, el buen criterio mostrado por el Juez Único de la Liga de traineras, Miguel Juane, advirtiendo sobre los "daños irreparables" que conllevaría la exclusión de Urdaibai si finalmente es absuelto en el ámbito judicial.

Y habrá que esperar de Andreu Campos, el Juez Árbitro que deberá decidir sobre la cuestión, la misma mesura y visión del conflicto que su colega mientras los juzgados de Gernika no se pronuncien sobre el caso. Y ya, de paso, exigir a los responsables de ambos clubes, Kaiku y Urdaibai, que recuperen de una vez el grado de cordura necesario para civilizar el conflicto, como aconseja el más común de los sentidos.

Si la mar deja aguas placenteras y resaca, sobre el fútbol se abate un auténtico tsunami de dimensiones bíblicas, porque seguramente en la derrota del Real Madrid frente al Levante se recordará la pedrada de David que tumbó al gigante Goliat a modo de recurrente símil, sobre todo los que no escucharon al visionario José Mourinho, que en vísperas del partido frente al equipo valenciano quiso dar muestras de que, además de meter con tino el dedo en el ojo de algún contrincante, también tiene sentido del humor y de la ironía.

El técnico portugués, en su intento por responder con chispa a su colega Pep Guardiola, vaticinó que el Madrid peleará esta temporada por evitar el descenso. Su pretensión por hacerse el graciosillo se encontró con la ruda burla del destino. Una derrota impensable, y contra el equipo más modesto de la categoría, que coincide con la despiadada exhibición de talento y goles desplegado por el Barça de Messi y demás duendecillos azulgranas ante Osasuna.

Tras el partido, Mourinho no estaba con ganas de seguir la vía humorística y acusó directamente al centrocampista alemán Khedira de la derrota, pasando por alto las decisiones que tomó el propio entrenador luso, como dejar a Ronaldo en el banquillo o entregar la batuta al inoperante Kaká, apenas una sombra de aquel genio del balón que un día no tan lejano llegó a ser.

Afortunadamente, Marcelo Bielsa reacciona con más aplomo. "El público recibe lo que ve. Lo demás son palabras que no suman nada", concluyó el profesor argentino a modo de epitafio incontestable, porque explicar el desastre en el que convirtió el Athletic tiene su miga. El entrenador argentino pidió paciencia, qué remedio, so pena de acabar desquiciando a un grupo de jugadores que barruntaban tardes de felicidad para la hinchada, y desmitificar antes de lo aconsejable a un entrenador que llegó ungido por unas referencias fascinantes.