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Los peligros del Dragón Khan

El escritor francés Gustave Flaubert estimaba que la necesidad es un obstáculo indestructible; todo lo que sobre ella se lanza se estrella. Hoy, cuando el Athletic vela armas a los pies de los Cárpatos, tierra madre del terrible Vlad Dracul y de otros seres misteriosos, se ha desenterrado la palabra "necesidad", un conjuro que no acostumbra, recuerden, a despertar en el Athletic el león que lleva dentro. Es cierto que el equipo reaparece en Europa en un momento extraño, con la fábrica de ocasiones a notable rendimiento, pero con el tren de producción de goles averiado. Pero no arregla la avería pedir a los mecánicos que se den prisa. Calma ante el gol piden los poetas del fútbol.

¿Es hora de pedirle al Athletic que haga visible la revolución de Bielsa...? No son buenas las exigencias de vísperas. Pero hay que recordar que la fe en el fútbol es la propia de santo Tomás: los futbolistas creen en lo que hacen cuando ven. Da, por tanto, la impresión de que esa necesidad se reparte por igual en todos los barrios: la afición sueña con un digno regreso a Europa, los jugadores aspiran a reencontrarse con ese viejo conocido que es el triunfo y el técnico rosarino precisa que su proyecto de juego saque rendimientos. En la bolsa del fútbol las aspiraciones cotizan por debajo del resultado aunque éste no sea, como predicase Joaquín Caparrós en su día, lo único que importa. Al menos no en el Athletic.

Bielsa ha subido al equipo al Dragón Khan bajo promesa de una divertida travesía. Ahora, cuando llega el primer looping (ese tirabuzón que te pone el cuerpo en vertical invertido y los vellos de punta...), no se puede invocar al vértigo. Los peligros ya se conocían de antemano. Los dados ya se han echado al aire y para la presente temporada la apuesta es clara: fútbol de toque y posesión, lejos de aquellos arrebatos sin sentido pero tambien de la omnipresente aviación, el temible juego aéreo del Athletic en el último cuarto de hora que tantas victorias dio en el pasado.

Siempre se habló de dos hemisferios: el del norte, con un fútbol frenético, vertical y embravecido, frente al del sur, de juego más pausado y creativo. Cuentan los cronicones que San Mamés, un baúl de sorpresas, recibió hace años a un equipo de corte semejante al que hoy busca Marcelo Bielsa: el San Lorenzo de Almagro. Se anunciaba un conjunto lleno de prodigios, la última maravilla sobre la faz de la tierra. Viéndoles jugar, el público de la vieja Catedral consensuó al unísono: "¡Pero si todos juegan como Panizo!". No es ajeno, no, el Athletic a ese fútbol de seda...

Aun con todo, las grandes alineaciones que se recuerdan de memoria ganaron su leyenda, en su inmensa mayoría, con un fútbol en estado de puro nervio. Frente al juego Sherlock Holmes, de precisas deducciones a paso lento hasta el sorprende desenlace, aquí reinó ese otro juego Spiderman, trepidante, ambicioso y vertical como el rayo. Con ambos estilos se ganan partidos y títulos.

Hay estos días en Bilbao un precipitado debate sobre las excelencias o las calamidades de Bielsa, como si tres partidos diesen para medir el futuro. Es pronto, demasiado pronto para etiquetar el vino que nos aguarda. Es el tiempo, enemigo público número 1 del fútbol de urgencias en el que vivimos, el que dictará sentencia. ¿Cómo ha de desenvolverse esta noche el Athletic...? La respuesta no está en el viento, como cantaba Bob Dylan, sino en la libreta de Marcelo Bielsa. Y en la capacidad de los suyos, de los nuestros, para leerla.