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¿Qué hay de lo mío?

Yahí estaba Joaquín Caparrós encantado de la vida, en el frontón Bizkaia de Bilbao dispuesto a asistir en directo a la final del Manomanista. Un sevillano integrado en el paisanaje. "Por la mañana asistí a las regatas", advierte al entrevistador de ETB el míster andaluz, que está que no para de campaña electoral, con la mejor de sus sonrisas, como es lógico y natural, no en vano él se juega más que nadie; se juega su puesto de trabajo y un montón de dinero si el próximo jueves, San Fermín, Fernando García Macua gana las elecciones y reedita su mandato al frente del club rojiblanco.

El fervor con el que Caparrós se deja ver poteando con su valedor y asiste entusiasmado a los diversos espectáculos autóctonos responde a un evidente interés personal, surgido de un apresurado matrimonio de conveniencia, que a su vez es posterior a un divorcio abrupto provocado tras aquel partido frente al Málaga, cuando el subconsciente colectivo de la hinchada brotó incontinente para expresar con una sonora pita su censura y hartazgo hacia el estilo de juego del técnico sevillano.

A consecuencia de aquel desencuentro comenzaron a cabalgar jinetes en la oscuridad, y surgieron manos negras, y fantasmas arrastrado cadenas herrumbrosas, y hasta una edición facsímil de El Proceso de Kafka, según proclama García Macua el perseguido, la víctima propiciatoria, pese a sus generosos desvelos por la gloria del Athletic.

Pero antes de entrar en esta procelosa historia de terror gótico conviene reconstruir el controvertido idilio entre Caparrós y Macua para situar en su justa medida la críptica campaña electoral, el curso de los acontecimientos y el grado de hipocresía que asiste al afligido abogado bilbaino.

Aquel dichoso partido frente al Málaga, al margen de la catarsis colectiva que provocó entre la peña, puso al entonces presidente en un brete: quedó en evidencia que Caparrós, más que un valor, se había convertido en una rémora de cara a la reelección, como así se lo hicieron ver sus propios compañeros de viaje electoral. Pero estaba prisionero de su palabra. Entonces, ¿cómo deshacerse del vínculo? He aquí la cuestión.

Le dijo:

-Joaquín, busca, compara y, si encuentras algo mejor, pues eso. Me harías un favor... Y si no logras nada, entonces... ya sabes donde estamos.

¿O acaso creen que fueron casuales, o un rumor, las negociaciones que mantuvo el técnico y sus representantes con el Sevilla y el Atlético de Madrid, cuya contratación se daba por hecha en los medios de comunicación madrileños?

¿O creen que miembros de la plancha de García Macua se citaron con el entrenador francés Claude Puel únicamente para echar una partida al mus?

¿Y acaso no desmontó su casa bilbaina, síntoma evidente de que esperaba otro destino?

Sin embargo Caparrós fue rechazado en el Sevilla de su alma, donde decidieron apostar por el asturiano Marcelino García Toral, y también por el Atlético, que optó por Gregorio Manzano.

Al técnico sevillano, compuesto y sin el abrazo de otra novia, no le quedó otra que regresar con la antigua: "Fernando, ¿qué hay de lo mío?"

Y Fernando García Macua, preso y consecuente de la palabra dada, reunió a su gente, se puso solemne, miró con ojitos legañosos a Joaquín, le cogió con ternura de la mano y canturreó en tono melindroso:

-Ni contigo ni sin ti tienen mis males remedio, contigo porque me matas y sin ti porque yo me muero...

¿O se entiende por qué Macua ha tardado tanto en decir, con toda la naturalidad del mundo y sin ambages, que el técnico andaluz, en caso de vencer, es su hombre; o por qué solo le ha propuesto un contrato de un año de duración si realmente estuviera convencido de que sigue siendo su entrenador ideal?

(Posdata: al respecto de los siniestros jinetes que Macua ve cabalgando a su alrededor con aviesas intenciones, ¿han visto las películas Los otros, de Alejandro Amenábar y El sexto sentido, de M. Night Shyamalan? Pues eso.

Y otra cosa: siempre, y ante todo, la presunción de inocencia. Y hasta en eso se ha hecho un lío Macua, empeñado en mezclar su trayectoria profesional con su condición de hombre que quiere volver a regir los destinos del Athletic.)