Con el primer gol no movió ni un músculo. Tampoco con el segundo. Al tercero hizo como un mohín y se pudo atestiguar que estaba vivo. Absolutamente impresionante. En la final de la Liga de Campeones, disputada en Wembley con toda la solemnidad de un acontecimiento futbolístico grandioso, el presidente de la Federación Española de Fútbol (FEF) mantuvo una pose impertérrita, como si le importara un huevo el Barça, el Manchester United, Messi o la excelencia del juego allá desarrollado. Las malas lenguas sostienen que al menos no se quedó dormido, lo cual es todo un síntoma de vitalidad. Abogado, cofundador de la AFE, el sindicato de futbolistas; de la Federación Vizcaina saltó a la Española, que preside desde 1988 contra viento, marea, querellas, decretos gubernativos y por sistemática aclamación de la familia balompédica. Vicepresidente de la UEFA y de la FIFA, sigue llamando furbo al fútbol y en su última intervención pública, ante el plenario de la FIFA que eligió las sedes de los mundiales de 2018 (Rusia), a la que optaba el Estado español, y 2022 (Catar) soltó un discurso nervioso, de auténtico palurdo, y ahí le fallaron los cálculos, pues antes de su atropellado alegato parece que untó a sus colegas bastante menos que Putin y los jeques cataríes.
Pero Villar, que comprende los usos y costumbres de la familia, tampoco se inmutó demasiado y sigue a lo suyo. Convirtió a la selección española en un equipo-anuncio, amasó una fortuna a repartir entre sus fieles y salvo un "estoy muy contento" no añadió mucho más cuando el equipo de el hoy marqués de Del Bosque se proclamó campeón del mundo hace un año y un mes.
¿Recuerdan?
Cada uno de los 23 jugadores desplazados a Sudáfrica cobraron una prima de 600.000 euros, un escándalo en tiempos de crisis insondable pero justificado por el Gobierno, con Zapatero y Miguel Sebastián, su ministro de Industria, Comercio y Turismo a la cabeza, que pronosticaron el crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) a resultas de la gesta; un incremento exponencial del turismo, la exportación de la marca España como símbolo de alta calidad y eficacia, amén de la felicidad súbita que para todo español de ley implicaba el acontecimiento.
Y se quedaron tan panchos después de tratar al pueblo soberano como memo integral.
Al año de tan descomunal ejercicio de demagogia, la crisis sigue a galope tendido, el personal permanece entre cabreado y depresivo y Villar, absorto, en lo suyo: una excursión por América, dos bolos ante EE.UU. y Venezuela, cinco millones de euros a la buchaca por un rato entre otros jugosos business, y vacaciones en el mar. Así que Andoni Iraola no puso reparos por atrasar una semana su boda: además del prestigio que infiere formar parte de la tribu del marqués, con la prima obtenida le da para pagar el banquete matrimonial, el viaje de novios por Suráfrica y hasta un safari en plan Mogambo.
Fernando Llorente aprovechó la travesía gratis total para quedarse de holganza por aquellos lares, mientras Villar, un personaje absolutamente desconcertante, que parece ermita y es catedral y bajo su enigmático manto (¡villarato!) se esconden supuestamente las más siniestras conspiraciones, sigue dando clases de aparente tancredismo.
A más de uno le conviene fijarse atentamente en el presidente de la FEF. Probablemente Villar sea tonto, o se lo haga, y eso, aunque despista, se tolera. En cambio, hacerse el listillo provoca el efecto contrario. Por ejemplo, poner en el Twitter, vía de expresión supuestamente personal e intransferible, que "Bielsa (uno de los técnicos atribuidos al precandidato Urrutia) no es un entrenador estilo Athletic" o desmintiendo que Carlos Katarain irá en su plancha, como ha hecho García Macua para luego desdecirse sobre Bielsa, añadir que el empresario sí va en su equipo y pedir públicas disculpas por un doble error que, a su vez, implica otras dos preocupantes conjeturas: que es desleal con sus contertulios cibernéticos, pues emplea a un negro cachondo machacando su Twitter, y que tiene contratado como asesor de campaña al mismísimo enemigo.
La campaña electoral en el Athletic arranca demasiado perezosa, sin apenas noticias magras que llevarse a la boca, lo cual ocasiona que cualquier desliz inocente pueda adquirir dimensión de noticia, dejando en evidencia a su protagonista.
Villar, preguntado sobre el Twitter, respondió: ¿y en qué equipo juega?