SI esperaba Fernando García Macua a la clasificación matemática del Athletic para Europa con el fin de anunciar con solemnidad, en plan César Imperator entrando por el Arco del Triunfo, el archisabido asunto de que se presenta a la reelección, ha elegido el peor de los momentos.
Paradojas del bendito fútbol, que a veces no hay quien lo entienda, porque además de exigir eficacia ("¿juego?, ¡clasificación, amigo!", contestó Caparrós a un periodista que le cuestionó sobre la escasa calidad del Osasuna-Athletic: 1-2) el puñetero hincha quiere emocionarse. Vibrar. Sentir que su equipo se despide con donaire hasta la próxima campaña, o al menos lo intenta con denuedo. Y sin embargo la parroquia rojiblanca dejó San Mamés cabreada, según se desprende de la sintomática bronca que le arreó al técnico sevillano a modo de despedida, no se sabe si del curso o para siempre, asunto éste que aclarará Macua hoy o mañana, como la fecha de las elecciones ¿o lo piensa dejar para la vendimia?
Porque, alma de cántaro, ¿a quien se le ocurre cambiar a Gabilondo por Fernando Llorente a falta de siete minutos para la conclusión del partido? ¿Quién podía entonces rematar susbuenos centros sobre área rival?, ¿acaso Muniain? Probablemente en la mente de Caparrós la maniobra tenía un fundamento estratégicamente profundo, pero para el común de los futboleros aquello no tenía ni pies ni cabeza, pues si bien el apolíneo delantero no estaba para alardes al menos era el único que parecía capaz de de cazar un gol al vuelo; y en el cambio de Iturraspe por Orbaiz en el minuto 91, ¿acaso pretendía perder tiempo? ¡Clasificación, amigo!, alegó Caparrós, y voilà, objetivo cumplido con el empate ante el Málaga, que con diez jugadores parecía disponer de catorce de lo sobrao que aparentaba.
Así que el Athletic ha entrado en Europa como un caballo reventado, los mismos síntomas con los que terminó la campaña anterior, y eso sin jugar dos partidos cada semana, como tendrá que hacerlo en su próxima aventura europea. Malos antecedentes y peores presagios.
¿Presentará Macua su candidatura a la reelección un día de estos, o dejará pasar otro tiempo prudencial hasta que se disipen los ecos de la bronca? ¿Lo hará, juntitos de la mano con Caparrós, teniendo en cuenta que el ¡clasificación amigo! es un hecho evidente y constatado, pese al incorformismo de gran parte de la peña rojiblanca, que suspira porque el Athletic juegue más al fútbol, pues de eso se trata también el invento?
¿Qué será, será...? ¿Y cuándo será?
A la espera de acontecimientos, la Liga se acerca a su final cuajada de hechos sorprendentes, y como tal se puede contemplar el armisticio que el Barça ofrece a sus contrincantes una vez que se metió el título de Liga en el bolsillo, pues si el pasado miércoles no quiso ir más allá del empate contra el Levante, lo cual le vino de perlas a los valencianos, ayer también perdonó la vida al Deportivo, lo que significa la salvación virtual del equipo gallego, y en consecuencia la condena de otro, cuyo nombre se dilucidará en la última jornada. El fraude blaugrana es clamoroso, pero también forma parte de los códigos futbolísticos, de tal forma que si al inicio del campeonato jugar el último partido contra el Barça significaba la derrota segura, ahora en cambio invita a la esperanza.
Lo cierto es que, llegados a este punto, prevalece la motivación de la empresa y la necesidad de puntos, y con esta pinta hay un partido que se intuye dramático: el Real Sociedad-Getafe, el único encuentro de la jornada final en el que ambos contendientes se juegan la vida; la posibilidad de bajar a segunda, lo que en el caso del equipo txuri-urdin parecía una quimera hace dos días.
Enfrentarse al Real Madrid, que tampoco se juega nada, en cambio, representa la segura aniquillación. El Madrid se ha salido de la norma por culpa de Cristiano Ronaldo, a quien había que darle el capricho de colmar su insaciable ego facilitándole la posibilidad de conseguir el Pichichi, con el récord incluido, y la Bota de Oro europea.
Ronaldo logró ayer ante el Villarreal dos goles, lo cual le sirvió para igualar e incluso superar la marca de 38 tantos en una Liga que compartían Hugo Sánchez y Zarra, si bien el primero, como el delantero portugués, lo consiguió en 38 partidos mientras el legendario futbolista rojiblanco lo hizo en 30.
Imanol Ibarrondo, En un delicioso artículo escrito en DEIA, contó sus esfuerzos hasta lograr que Marca, el diario que otorga el Pichichi, le quitara al mexicano un gol, anotado por él en propia meta cuando militaba en el Rayo, para impedir que Hugo pudiera superar al mito Zarra. Marca, en cambio, no hace puñetero caso a Santiago Segurola, hincha del Athletic hasta la médula, en su empeño por rectificar el error en este periódico al conceder a Ronaldo un gol de Pepe a la Real Sociedad, cosa que sí ha hecho Don Balón, que puntúa para la Bota de Oro. Marca también está al servició de Cristiano.