QUE Nursultan Nazarbayev ganaría las elecciones del pasado fin de semana en el Kazajistán (2.727.000 km2, 16,500.000 habitantes) era algo sabido. Y también era sabido por propios y extraños que las ganaría de calle. Pero nadie, excepto el propio Nazarbayev, podía soñar cómo las ganaría: Las ganó con apabullamiento, desfachatez y pitorreo.
El presidente eterno del Kazajistán (ocupa el cargo desde el año 1989, cuando el país aun formaba parte de la URSS - la independencia fue adquirida en 1991- y él presidía también el Partido Comunista kazajo) ha ganado siempre con mayorías dictatoriales, superiores al 75% del total del electorado. Pero ahora ha rizado el rizo y ha ganado los comicios a imagen y semejanza de Stalin : con una participación del 90% del electorado y una voto a favor suyo del 95,5% de las papeletas depositadas.
Pero eso aún era poco, eso ya lo conseguían Ceaucescu, Hodja y Stalin. El ego de Nazarbayev reclamaba la singularidad histórica como uno de los enloquecidos emperadores de la Roma decadente. Y así sus tres rivales políticos de ahora reconocieron ante la cámaras de televisión que la victoria había sido "justa y merecida". E incluso uno de los tres mostró ante las cámaras su papeleta ¡¡en la que había votado por Nazarbayev!! Naturalmente, ni ese candidato ni nadie explicó como en unas elecciones limpias podía estar en manos del candidato la papeleta que había depositado en una urna.
Y ni así era suficiente para la gloria democrática del señor Nazarbayev. Ésta se la ha ganado -al decir de los suyos-, rechazando una moción popular para que fuese presidente casi vitalicio : sin elecciones y hasta cumplir los 80 años. El bueno del presidente kazajo sintió que tal moción ultrajaba la pureza democrática del Kazajistán, con sus 131 etnias (los kazajos -de raza turca- representan la mayor de ellas, con el 62% de la población) y las esencias de su personalísimo poder, así que apeló al Tribunal Constitucional para que la moción popular fuese ignorada y los comicios se celebrasen conforme a la Ley Fundamental.
La consulta electoral fue limpia y transparente, al decir de Nazarbayev y los directivos de su partido, Nur Otan. Para disidentes kazajos y observadores occidentales eso es bien diferente. Porque, para empezar, los partidos de la oposición no están prohibidos en el Kazajistán de Nazarbayev, pero tampoco están permitidos. Su solicitud de reconocimiento legal "está tramitándose" aún ante los tribunales desde hace 20 años. Por si eso no bastase, la comisión electoral tampoco aceptó la inscripción de Vladimir Koslov -líder de Alga, principal partido opositor del país- "como candidato… porque si bien habla el kazajo, lo hace con acento y construcciones académicamente discutibles…". Koslov es un ciudadano kazajo nacido en Rusia.
La comisión electoral puede que entienda de gramática y fonética kazajas a la perfección, pero parece haberse olvidado de que el nombre del idioma y del país se deriva de una palabra turca antigua que quiere decir "hombre libre, independiente"…