El perro del hortelano
En medio de la profunda crisis financiera y económica vivimos con terribles consecuencias en el empleo y los créditos a las empresas, llega la reforma de la Ley vasca de Cajas de Ahorro y la actitud, más que preocupante, indignante que adopta el Ejecutivo vasco, cuyo único objetivo se centra en restar poder y representatividad al PNV en el seno de las Asambleas de las cajas vascas. Unas cajas que evidencian una eficaz gestión en los últimos años con balances de máxima solvencia, pero que en el futuro encontrarán un mercado difícil tras el proceso de "bancarización" que señala el Decreto-Ley de Reforzamiento de la Solvencia Financiera aprobado este pasado viernes.
En este escenario de fusiones, recapitalización y redimensionamiento de las cajas, no se comprende esa obsesión de los socialistas vascos, que empieza a ser enfermiza, de negarse a realizar lo que el mercado demanda, si no con urgencia, con cierta celeridad. Argumentan, como siempre, razones que insultan a la inteligencia de la sociedad. Dicen querer despolitizar las cajas, cuando han sido ellos los que pusieron a un político (Gregorio Rojo) al frente de la Vital Kutxa. Así, cuando los presidentes de las tres cajas vascas señalaron en público (septiembre de 2005) su consenso para una fusión porque era imprescindible para competir en un mercado cambiante, fueron los socialistas quienes desautorizaron a "su político-presidente" e impidieron que la operación se llevara a cabo porque ponía en riesgo "la personalidad de cada una de las cajas".
La misma razón que ofrecía el lehendakari López este fin de semana, quien justificaba su actitud obstruccionista en aquella ocasión afirmando que era "una fusión mal hecha que nacía exclusivamente para mantener el control político monocolor sobre la entidad resultante". Parece mentira el escaso recorrido que tiene el inquilino de Ajuria Enea que ahora se muestra partidario de la fusión fría entre BBK y Vital porque "evitábamos problemas. Pero lo ha evitado el PNV con su conflicto interno".
Otro tanto podemos decir de sus consejeros Ares y Aguirre que sustancian sus argumentos para defender la propuesta de una nueva Ley de Cajas en la representatividad proporcional en las Asambleas como si ese fuera el principal problema que, a día de hoy, presentan, como decíamos con anterioridad, unos balances que demuestran la gestión eficaz de los actuales rectores y su solvencia de cara al futuro, aunque éste esté condicionado por riesgos financieros y económicos para Euskadi en un mercado extremadamente competitivo. Algo que olvidan los "defensores" de la pluralidad y normalidad, como también parecen olvidar los problemas por los que atraviesan empresas emblemáticas en Euskadi, que están en peligro de cerrar.
Se sabe que, en el terreno financiero, la fusión aportaría la suma de valores de las tres entidades sin que ello suponga poner en riesgo la dimensión territorial de la obra social que desarrollan en la actualidad. Es cierto que existe la posibilidad de una "fusión fría" avalada desde el FROB por el llamado Sistema Institucional de Protección (SIP). Es decir, hablamos de entidades cuya situación financiera requiere ser "protegidas". En este sentido, hay que recordar dos puntos muy significativos. Por un lado, las cajas españolas con mayores problemas se encuentran en comunidades como Castilla La Mancha (CCM) y Andalucía (CajaSur). Curiosamente, dos autonomías donde los socialistas gobiernan, y por tanto inciden en la gestión de las Cajas, desde hace más de 30 años.
En segundo lugar, la solvencia de las cajas vascas las pone fuera de la protección del SIP y la necesidad de una fusión viene dada por ese mercado nuevo que se abre tras la reforma española. Por poner un dato, el nuevo Decreto-Ley impide a las cajas operar fuera de su territorio, salvo que se conviertan en bancos. En este sentido, los problemas serán para las entidades guipuzcoana y alavesa, porque la BBK cuenta con un banco filial y se ha hecho con las riendas de la intervenida CajaSur. Podemos concluir que el actual Gobierno Vasco actúan o bien como rehenes de sus socios parlamentarios o bien con gran desconocimiento y mayor temeridad. Son como el perro del hortelano que ni comen ni dejan comer.