Imagínese a un hombre sentado en el sofá favorito de su casa. Debajo tiene una bomba a punto de estallar. Él lo ignora, pero el público lo sabe. Así describía el suspense el hombre al que más destreza atribuyen para manejarlo: Alfred Hitchcock. La descripción aterroriza, sobre todo, si uno cae la tentación de sustituir bomba por hipoteca de la propia casa, donde debieras ser rey y no rehén.

Llegará un día en que ese fenómeno desaparezca y se imponga lo que ya se estila en medio mundo: la vida nómada del alquilado. Hay quien ha vivido como si acopiase propiedades para más de una generación, sin darse cuenta que, por mucho que acumule, o es un faraón momificado o no se llevará al otro mundo nada de lo guardado. Conozco gente que acumulaba tres pisos a la vez, como si no fuese de sobra conocido que un hogar basta para una vida plena. ¿Por qué lo hizo? Basta con fijarse en las gráficas para ver que la ascensión de los precios fue más veloz que la de una nave espacial. Ahora se anuncia un suave descenso y saltan las alarmas: los pisos vuelven a los precios de hace seis años. Si regresasen a los de hace una década, incluso con los sueldos de aquel entonces, el bajón sería digno de aplauso. La legión de mileurizados de hoy no alcanza, no llega, no tiene con qué.

La vida siempre fue injusta y desequilibrada, dicen algunas voces. Claro que da miedo sacar de la chistera algunos ejemplos, por si se convierten en prueba de cargo en una acusación de asesinato. Pero a veces es justo y necesario. ¿Sabían ustedes cuánto tiempo tiene que trabajar un mileurizado para alcanzar lo que gana el broncas de Mourinho en un año...? La bonita cifra de... ¡ochocientos años! Es cierto que Mou, El tabernero, no tiene preocupaciones de vivienda y tal vez llegue más fresco al puesto de trabajo. Aún así...

Bajemos al mundanal suelo. Expertos inmobiliarios aseguran que el precio de la vivienda toca tierra. Me van a disculpar, pero tengo para mí que aún falta un potosí para que eso ocurra. Hace una década, las entidades financieras explicaban que la hipoteca idónea debiera comprometer no más del 30 por ciento de los ingresos de una casa. Sumen los sueldos y hagan cálculos... ¿Asustan, verdad?