¿Por qué las universidades se han convertido en el objetivo de captación para agitadores como Vito Quiles? ¿Nos encontramos ante la crisis del pensamiento crítico?
Vito Quiles es un pseudoperiodista ultra que recientemente ha iniciado una gira universitaria calcada del modelo de Charlie Kirk en EE.UU. Su modus operandi consiste en provocar y alterar al alumnado, generando una atmósfera confrontativa y llena de odio, sustentada por gritos y consignas que no se cansa de repetir. No hay charlas, ni libros, ni debates. Quiles no tiene mayor propósito que sembrar el caos, buscando tensión que después transforma en contenido viral, y así monetizar la polémica.
Pese a ello, Quiles se ha erigido en una especie de héroe antisistema, un referente contra el statu quo, lo que evidencia una confusión en un importante colectivo social. Gritar no es debatir, y provocar no equivale a argumentar. ¿Acaso no es precisamente la formación universitaria lo que debería diferenciarnos de esa deriva estadounidense hacia el espectáculo político?
En pocas palabras, es fundamental defender la universidad como un lugar de debate y crítica, pero el verdadero desafío no es silenciar a quienes gritan, sino reforzar la voz de quienes piensan. Porque si dejamos que el espectáculo sustituya al pensamiento, habremos renunciado a la función más noble de la universidad: enseñar a discernir entre la libertad y su caricatura.
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