Estos seres alados, a veces con la cabeza y pelo tapados como las mujeres musulmanas con el mismo deseo de ocultar la belleza del cabello y resaltar la de los ojos, huyendo de la posible holganza del pudor o la presunción de guapura. Estas mismas monjas que han sido el vehículo de cultura de la canción y de la composición de la belleza en forma de música de religión para hablar con su Dios o de cántico popular de secreto y pueblo crudo de aldeas y pastores y hombres de labranza y arado a campo abierto. Siempre me han parecido unos seres extraños por la vestimenta física y mental. Hay modelos para todos los gustos, desde la madre Teresa de Calcuta a las vende niños y enterradoras del pecado abortado. Un universo tan diverso como la virtud y la crueldad. Me quedo con lo más positivo: que son vehículo de la música coral y cultura por todo el mundo.
- Multimedia
- Servicios
- Participación
