“Duerme agitadamente, pues hay un sable, vigilando tu sueño de gobernante. El mundo se divide -mundo cobarde- entre gestos de loas y otros de sangre. Duerme, mientras arriba, lloran las aves...”. Trump ha dejado una deplorable frase en el mismo día en el que ha entrado en vigor su segunda tanda de aranceles: “Te lo digo, estos países nos están llamando, besándome el culo. Por favor, por favor, señor, haga un trato. Haré lo que sea, señor”. Palabras del repetidor presidente de Estados Unidos, Donald John Trump, en la cena del Comité Nacional Republicano... Nunca faltan quienes afirman convencidos que detrás de todo este absurdo vive un hombre inteligente; una persona serena: error. Detrás solo camina un narcisista; un obsesivo patológico con el asunto aranceles como materia negociadora de coacción… Este personaje ya quedó retratado con su negativa a aceptar la derrota en la reelección de 2020, su denuncia falsa de que le robaron aquellas votaciones y la instigación a sus partidarios para que tomaran el Capitolio... Macarrería, matonismo y agravios a todos los que no le besen el anillo de emperador, o humillen la mirada ante su Laurus nobilis. ¿Un mecanismo difícil de parar? Pues ya veremos...