Estos guarismos, 7291 y 224, no son unas cifras cualesquiera. Representan las víctimas de sendos episodios, ocurridos en Madrid y Valencia, en circunstancias distintas, pero unidos por la incompetencia en la gestión -el 77% de los residentes que fallecieron en marzo y abril en geriátricos madrileños, no fueron objeto de derivación hospitalaria; esta baza, una más, se va a la cuenta censurable de la presidenta. Y, por otro lado, la inacción del turbador presidente de la Generalidad Valenciana, Mazón, experto en demostrar que el tocino es de oveja, y cambiar diariamente su versión de donde estaba, con quién y qué hacía mientras un monstruo de agua y barro, lo devoraba todo… Tanta falacia y cambio de versiones, le coloca en una situación de ruina reputacional (y quizá penal). Si no fuera asunto tan fúnebre, movería a la risa oír sus excusas contradictorias de contumaz fabulador. Fuera de la realidad, solo, tambaleante, desabrigado del padrinazgo de los mandamases (hoy huéspedes de un breve cafelito sin ganas) forcejea para estirar su chicle de futuro. El estatuto de los expresidentes de la Generalitat Valenciana le garantiza un sueldo de 75.000 euros durante 15 años, acabando la legislatura, cumpliendo 4 años o adelantando elecciones. Desolador galardón… Y mientras tanto, vaya por Dios, para una vez que decide declarar, un rayo en forma de cámara de La Sexta, va y le da un golpe fortuito al novio de la presidenta (Ayuso lo llama agresión). Mucho activo maléfico suelto. Demasiada radiactividad. Muertes evitables. No, no son solo cifras…

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