Con 21 años, le pregunto a mi abuela si en su casa eran machistas y ella me responde con un sí, acompañado de un gran suspiro. “No te lo puedes ni imaginar”. Pero, a la vez, su generación no sabe que tienen un machismo tan arraigado que ni lo aprecian.
Un “niñas a recoger la mesa, que los hombres ya hacen demasiado” o un “Mario, ¿me puedes ayudar, que tú eres más inteligente?”, no son comentarios que impulsen la igualdad. ¿Pero quién le dirá a los abuelos? Ya son mayores, ¿quién les intentará explicar que esto está mal?
Los nietos no somos los que los tenemos que poner de mal humor, pero si no lo hacemos nosotros, ¿quién lo hará?