Algunos días me cruzo en el parque y en la calle con un pelotón desordenado en orden, con los disminuidos y sus vigilantes y ayudantes, y les saludo con “Aupa, campeón” y me devuelven el saludo con una sonrisa diáfana como la mañana clara, farfullan algo que no entiendo, pero supongo que es algo así como gracias jefe, abuelo, colega o algo parecido. Me iluminan la mañana y me marcho contento como si estuviera en Macondo, ese pueblo sin estrenar de aguas diáfanas con piedras como huevos prehistóricos del coronel Aureliano Mendía.
“Vive hasta que te mueras, no te asustes hasta llegar allí”. “Hi arteraino bizi, han arte ez izi”.