Los Ayuntamientos tienen la obligación de empadronar y las personas que viven en cada municipio, el derecho y el deber de empadronarse. Sin embargo, hay personas que no pueden empadronarse porque viven en el domicilio donde trabajan en régimen interno, en tareas del cuidado y algunas personas empleadoras les niegan el derecho de empadronarse...; viven en alquiler y por las razones que fueren la persona propietaria le impide empadronarse; carecen de pasaporte en vigor... Las personas que carecen de padrón tienen muy difícil o imposible acceder a la sanidad, a la educación básica de menores, a formación...

Por eso hay personas que pagan 100 euros al mes -la última cifra que he escuchado es 200- por ese mismo padrón, que el Ayuntamiento no siempre les facilita. ¡Esta situación es insostenible! Por justicia y por dignidad colectiva. ¿Cómo dar la bienvenida a los y las nuevas ciudadanas si no les facilitamos el empadronamiento, que es lo básico para saber que existo? 

Estamos en Navidad. Según nos relata el Evangelio de Lucas, Cesar Augusto había ordenado empadronarse a todo el mundo. José y María se ponen en camino a Belén y mientras se encontraban allí, a María le llegó la hora de dar a luz... y lo acostó en un pesebre porque no había sitio para ellos en la posada. ¿Nos suena esta situación hoy también en esta tierra? No hay lugar para ellos. ¿No hay lugar para acoger?