Veremos en breve cómo surgen disensos entre los vencedores e incluso traiciones: Un poder omnímodo implantando un régimen rigorista desarrollado por una casta teocrática cuyo único lenguaje será la sangre, fuego y represión. El pueblo sirio seguirá siendo pisoteado, solo cambiará la bota que lo mantendrá bajo su férula; no hay nada que celebrar, no ha llegado ninguna primavera, tal vez un invierno aún más crudo. Mucho me temo que serán las mujeres y niñas las primeras en padecer el nuevo régimen que se avecina. La libertad seguirá brillando por su ausencia en ese país cuna de una gran civilización. Quo Vadis, Siria? ¿Adónde te llevan? No nos engañemos con espejismos.