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Trump

Trump sobrevive a un intento de atentado. Biden dimite. La situación en EE.UU. nunca había tenido tantos chutes informativos en un periodo tan corto de tiempo. La dimisión de Biden es tardía, el Partido Demócrata se aglutinará en torno a Kamala Harris con la esperanza de mantener el control de algunas de las cámaras, pero salvo circunstancias extraordinarias, Donald Trump ganará las elecciones. El principal inconveniente al que se enfrenta el expresidente republicano es él mismo, si mantiene la compostura y no tiene ninguna salida de tono más allá de las habituales será el nuevo inquilino del Despecho Oval. El mundo está en un momento de tensión. Quizá una administración republicana calmará las cosas en el frente ucraniano, propiciando una solución negociada, pero en los escenarios de Oriente Próximo estamos a un tris de una guerra regional: los enfrentamientos entre Israel y los proxis iraníes están in crescendo. Ciertamente Irán no le hacen falta tener armas nucleares para ser un agente desestabilizador en la región. China, al igual que en el primer mandato de Trump, es la verdadera amenaza al equilibrio de poderes, vientos de guerra se asoman en el estrecho de Taiwán; EE.UU. debe utilizar el poder blando y el poder duro en la región. El quid de la cuestión es saber atemperar con los tiempos, y ese quizá sea un problema para Trump, acostumbrado a tuitear en lugar de reflexionar. Afortunadamente, EE.UU. es una democracia, y el establishment y equilibrio de poderes frenarán cualquier aventura sacada de tono del más que probable futuro presidente.