Cada día es distinto aunque se parezca a otros e incluso las rutinas se repitan. De ahí el valor de los testimonios de todas y cada de las familias en cuyas vidas se cruzó temporalmente M.I.R.M., investigada por simular la inoculación de vacunas en más de cuatrocientos menores de edad en Santurtzi. Hasta 37 voces distintas -padres, madres y una amama- han dejado hoy constancia de sus recuerdos de aquella etapa. Y para ello emplearon palabras como “sospecha”, “extravagancia” o “torpeza”.

Eso sí, el término más empleado ha sido el de “rapidez”. Una jornada más, los testigos que han desfilado por la Sala Tercera de la Audiencia de Bizkaia han coincidido en esa palabra para describir el proceso de vacunación de sus hijos e hijas. Mejor dicho, el supuesto proceso de vacunación porque varios de los progenitores han relatado cómo incluso llegaron a preguntarle a la propia encausada si realmente había tenido tiempo de inyectar la dosis, a lo que ella respondía afirmativamente, tal y como han sostenido los testigos E.D. y J.B. Las dudas empezaban ya a asomar en el centro de salud de Kabiezes.

Seres de luz y superbebés... Los bebés y niños que pasaron por la consulta de la enfermera encausada ni eran héroes que no sufrían reacciones a las vacunas ni seres de luz, como M.I.R.M. les dijo a varias madres; entre ellas a V.F. a quien manifestó que su hija “es un ser de luz que ha venido a iluminarnos y por eso no enferma”. Las opiniones de la sanitaria no acaban ahí porque lo mismo les hablaba de los atrapasueños y de las contraindicaciones de las vacunas, como de su rechazo a la protección solar, la leche animal, la carne...

“Ha sido como una banderilla”, comentaron entre sí unos familiares al salir de la consulta. Algunos incluso quitaron la tirita para comprobar si efectivamente había habido pinchazo. Una de las madres, L.A., con la mosca ya detrás de la oreja, ha apuntado con exactitud que “en la vacuna del 8 de junio quité la tirita y no tenía marca”. Una situación rocambolesca que ha acabado en los juzgados y que todavía vivirá un par de jornadas más con las declaraciones de peritos, personal de Osakidetza y de la propia investigada, acusada de haber simulado esas más de cuatrocientas vacunaciones, falsedad documental (registró en las cartilla todas esas supuestas vacunaciones) y malversación de fondos públicos por desechar dosis y material sanitario.

"Viene de sobra en las dosis"

En otro par de casos, la encausada -que será sometida a un reconocimiento médico- restó importancia a la perplejidad expresada por una madre (L.A.) cuando gotas de la vacuna se quedaron sobre el brazo de la hija y al asombro de un padre (J.C.Z.) cuando el contenido de la jeringuilla acabó formando un cerco sobre su pantalón. Las respuestas de M.I.R.M. siempre restaban importancia al hecho que fuese: “Tranquilo. Viene de sobra en las dosis”, respondía; y ellos no tenían por qué desconfiar de una trabajadora de Osakidetza.

Además, todos estaban más pendientes de calmar a sus pequeños. La investigada también se ocupaba de distraer la atención de padres, madres y menores. A la famosa campanilla y el hada que animaba a hacer sonar, a veces les pedía que pegaran su rostro al del bebé para cantarle o que le sujetara de una forma determinada, otras daban el pecho a su bebé… El resultado es que de ese modo no podían ver cómo era el proceso. Otras ocasiones montaba la jeringuilla de espaldas a los adultos, sobre un lavabo. “Yo creo que hacía lo que podía según qué padres eran”, ha declarado L.A..

Uno de los testimonios más sorprendentes e inculpadores de la jornada lo ha firmado P.S. cuando ha recordado cómo discurrió la vacunación de su hija de dos meses. Una dosis bebible y otra con jeringuilla. Ambas fuera del calendario de Osakidetza en ese momento; es decir, de pago. “Las llevaba en un sobre. Del frigo. Se lo di y vi que lo dejaba en la repisa de la ventana. Le dio de beber algo, pero no la del sobre porque no lo tocó”. Lo vio ella y su pareja. Ambos pensaron que le habría inoculado alguna que tendría en stock... ¿Y la dosis inyectable? Pues se la dieron otro día, cuando la denunciante se encontró con una amiga enfermera y le dijo que tenía que habérsela dado.