No podemos comprender la mitología vasca sin conocer antes a la diosa Mari. Entre sus competencias divinas entra el control de las lluvias y las tempestades, la creación de vientos y el envío de sequías, aunque también sabe ser generosa con aquellos que la traten con respeto. Mari incrementará su presencia el próximo 22 de abril para recordarnos que de ella depende, como recordemos su significado: señor de todos los demás, el crecimiento de la tierra, y a ella presentaremos nuestro respeto con los correspondientes presentes. Señores candidatos a la Lehendakaritza: Una vez más presentaremos nuestro voto para que Euskadi crezca y no olvide a nadie, para que todos esos paisajes idílicos que nos ofrecerán sean una realidad y, especialmente, para que el mayor tesoro que disponemos todos, la salud, no sea objeto de mercantilismos o subastas. Ojalá logren que la salud mire a los ojos del paciente, le ofrezca soluciones en un lenguaje común y se acerque al que por situaciones personales no accede a las tecnologías, las infraestructuras de su centro o su propio hogar son murallas medievales o, quién sabe, eso de pertenecer a alguna asociación de pacientes, “no lo ve”. Y, como es menester, el tiempo dirá si Mari se transforma en Iratxu, esos personajillos mitológicos que hacen correr a quien intenta atraparlos y se van partiéndose de risa tras agotarlo. Es una fecha importante para empujar, por una vez , la piedra a la cima, y no quedar castigados como Sisifo.