Cartas a la directora
Autolesión colectiva
“La cabeza cortada de San Juan Bautista tenía el oído contra la bandeja, como auscultando en el temblor del oro el tenebroso porvenir”. Es una atractiva y al mismo tiempo ominosa frase que inventó Rafael Sánchez Ferlosio. Y aunque esté dopada de fantasía yo me pregunto: ¿desde cuándo se sabe de nuestra desgracia imperecedera si en el cruel tiempo de Herodes incluso una cabeza cortada ya podía escuchar hasta dónde somos capaces de llegar en nuestra autolesión colectiva? Se conocía lo que iba a suceder y nadie ha hecho nada. Podemos morir como polillas en la llama que alumbra la vida solo porque es del color más encendido del oro, ese mismo fulgor que brilla en los ojos afilados de la codicia, el pecado más caro de la humanidad.