El verdadero euskera, el de siempre, el milenario, el de los euskalkis, se puede decir que está prácticamente desaparecido. Ni en oficialidad, ni en literatura, ni en enseñanza, ni en medios... Puede decirse, por tanto, que está prácticamente desaparecido. Solo se usa el batua, heuskeranto, como lo denominó el médico y escritor, Josu Arenaza Lekerikabeaskoa, destacado militante del PNV en la clandestinidad y transición. Como decía Unamuno -del verdadero euskera, del que él habló- habría que embalsamarlo en ciencia, para luego resucitarlo. “... y mientras la lengua, siempre que haya una buena gramática y un buen diccionario, puede restaurarse aunque nadie la hable; la raza, en cambio, no puede resucitarse una vez perdida”. (Sabino Arana, “Minuta-Errores catalanistas”, OC pág. 404, Bizkaitarra núm. 16, 31-X-1894). Quedan buena literatura, buenas gramáticas y buenos diccionarios de los euskalkis. Y embalsamándolo en ciencia se puede resucitar, en tiempos que sean mejores.