De difícil definición sin caer en el insulto, la de esa sociedad de bien pero nociva y tóxica que solo se escandaliza y se echa a la calle con antorchas y horcas en persecución del monstruo que ha atracado una joyería o ha robado en un banco y que, sin embargo, justifica las violaciones y los abusos sexuales porque dicen que las víctimas ¡van provocando! Que es lo mismo que piensa el que asalta una joyería o un banco y que ve el lujo y la ostentación a través de sus escaparates.