Las mujeres en general, a pesar del shakiramiento mediático, no facturan lo suficiente como para tener una independencia económica digna. No hablemos de pensiones de viudedad, ni de jubilaciones. Ahí están las cifras oficiales. Por otro lado, desde que se registran los asesinatos machistas 1240 mujeres han dejado de usar relojes. Ni Casio, ni Rolex. El machismo sigue marcando las horas, minutos y segundos en nuestras vidas, y la sociedad no tienen tiempo para reflexionar sobre este horror. Hay otras guerras más interesantes e interesadas. Por mucho que repitamos el estribillo, los gobiernos no van al compás de nuestra música y lejos de cuidarnos como hacen con la banca, el mundo empresarial y la Iglesia, nos construyen urnas de cristal para visibilizar nuestra inevitable existencia. Entre techos y paredes cristalinos, el sistema se ha dotado de espacios de aparente igualdad y lo que se proyecta sobre la sociedad es la preocupación y cuidado de todo lo relacionado con el mundo femenino. Pero en realidad son des-cuidados paliativos. Toda una incongruencia.