Cansancio peligroso
El período electoral ha pasado de los quince días iniciales hasta ocupar todo el tiempo disponible entre votación y votación. Años de campaña electoral en sesión continua como en los cines antiguos. Todas y cada una de las acciones, iniciativas y propuestas están contaminadas por las implicaciones de las mismas por poco trascendentes que sean en las siguientes elecciones. Este hecho de momento es más acusado en el Estado que en la CAV, quizás porque el arco parlamentario de aquí es muy diferente al de allí. Un plantel de profesionales de un sector actualmente en conflicto con el Gobierno vasco amagaba como parte de su acción reivindicativa, o crítica sin más, con la amenaza de: “Tengan cuidado que se acercan las próximas elecciones y les puede salir caro”. Amenaza tan torpe como inapropiada. Son los ciudadanos los que decidirán, no ellos. Estar tan centrados en la variabilidad del voto y no en los resultados positivos que la propia política consiga, está provocando ya desde hace tiempo el aburrimiento del votante y el aumento de la abstención. Con ello se pervierte el puro resultado de la capacidad de votar. Mientras no se desarrolle otro modelo mejor que la democracia algunos políticos deberán ponerse las gafas de lejos para no darse el morrón y evitar que se desmorone el invento. En estas condiciones demuestra cierta falta de autoestima poner todos los huevos en la cesta de los pactos políticos entre diferentes, conociendo de antemano que dos no acuerdan si uno no quiere y no digamos si no quiere ninguno de los dos. Para evitar una excesiva dependencia se debe ser ágil y no estar acomodado. No se debe ser soberbio pero sí firme. Y no solo hay que convencer al votante antes sino también durante y el ciudadano debe apoyar las acciones del gobierno elegido que considere adecuadas, legales, efectivas y democráticas. Sin miedo. En esto la calidad de la información de gobernantes a gobernados es primordial.