La desolación es el efecto del incendio, que quita las ganas y la fuerza hasta de escribir sobre él, describir sus efectos. Pueblos hermosos, montes fecundos, campos a punto de cosechar, amarillos como el sol que los madura, riqueza pura de la vida y de la naturaleza que crea vida donde parece imposible y belleza donde no existe. Un dolor profundo, acentuado por el caminar triste de los vecinos que tienen que desalojar su casa, los ancianos, las casas de asilo para ir al Monasterio de la Oliva, los labradores, los corrales. Un dolor profundo como el mar. El olor a humo se te mete en los huesos como la tristeza y abandonas la idea de mostrar la belleza de tu tierra a amigos venidos de fuera, que querían conocer Las Bardenas, Olleta, la Baldorba, Lerga, San Martin de Unx, Ujué (Uxue) y demás; beber vino, comer migas y cantar. Otra vez será.