La historia de la humanidad está plagada de guerras que, con el paso del tiempo, han ido cambiando de forma, pero siempre ha sido lo mismo: un enemigo con armas y ejércitos que matan y la necesidad de defenderse de ello. Y por ser esto así, hasta ahora, la solución ha sido fabricar nuevas armas, más potentes, más mortíferas, y en tener unos grandes ejércitos. Pero la pandemia del covid-19 nos está enseñando que hay otros enemigos que también nos pueden matar. Lo que hace falta es que aprendamos la lección y sustituyamos las armas por medicinas y vacunas; los cuarteles por hospitales y los soldados por personal sanitario, científicos e investigadores que, en lugar de diseñar nuevas armas, nos atiendan y encuentren recursos que sirvan para salvar la vida, en lugar de acabar con ella.