Es habitual referirnos a la mochila que llevan ciertas personas, para señalar lo que ha sido su pasado. Y me gusta la expresión porque, es cierto, todos tenemos una mochila en la que, desde que nacemos hasta que morimos vamos metiendo cosas: positivas y negativas. Y así, día a día, vamos llenando la mochila de nuestra vida, en la que metemos el tiempo que vamos viviendo, los años que van pasando, la edad que tenemos, y también los conocimientos y las experiencias adquiridas; las emociones; los amores y desamores vividos y tal vez sufridos; el cariño y el afecto de nuestra familia y de nuestros amigos... Pero es curioso que, teniendo en la mochila tantas cosas, llega un momento en el que nuestro entorno, la sociedad, al mirar lo que tenemos en nuestra mochila, solo se fijan en la edad que tenemos. Parece que lo importante de la vida de las personas es el tiempo vivido, la edad, más que lo hecho en ese tiempo. Pero aún hay más, en la sociedad actual, la edad se convierte en un contra-valor, en algo negativo, y no importa el resto de las cosas que hay en la mochila. Tienes cierta edad y ya no sirves. Y eso se llama edadismo, es decir, la discriminación por razón de edad. Una actitud injusta por parte de quienes hacen eso, y que, entre otras cosas, demuestra ignorancia y pérdida de valores.