He de comenzar disculpándome, porque si ya discutir es ingrato, hacerlo con una dama o señora, tiene doble condición. Pero también he de decir, en mi defensa, que al hecho de intentar tranquilizarla, al ver su miedo ante el juego de unos perros por estar cercano el coche de su nieto, su detonante fue el de aliviarse, frente a quien nada tenía que ver con sus miedos por anteriores incidentes con algún perro, con su frustración de no poder estar precisamente en las campas cedidas por el Ayuntamiento para tales menesteres, y últimamente por encontrarse con alguien que le dijera educadamente lo que opinaba, devolviéndome ella improperios e insultos como moneda. Todos estamos quizás algo desquiciados en esta vida y en esta villa, pero el pagar por otros no, el aguantar otros miedos no, el creernos en posesión de la verdad tampoco, y sobre todo el perder la tolerancia hacia los demás, hacen del ser humano racional, la posibilidad de elección del sitio donde paseo a mi nieto, y desde luego creo que no es el mas idóneo en las campas cedidas a los 24.400 perros que tenemos en Bilbao. Mira que es grande el parque. De veras y de corazón que lamento el incidente, pero frente a la intolerancia, creo que la educación e incluso la comprensión son buenas armas, y hablo de la de ambos. Reflexionemos y aprendamos, para futuras ocasiones.