Asegura Cifuentes que las cremas que escondió en el supermercado en su bolso, las “metió por equivocación” y para defenderse del caso Púnica, dice que ella no se ha llevado “ni un euro público de los madrileños”. Dice que si la causa de su máster presuntamente regalado hubiera acabado en el Supremo, se habría acabado. Cifuentes se queja de que los dirigentes de su partido la han dejado sola: “Es algo muy doloroso, incluso de personas que me lo deben todo políticamente”. Eestá recibiendo el mismo trato que ella dispensó. Ella ahora que lamenta que en este país la imputación ya es socialmente condena, practicó exactamente eso. Es muy cruel, pero a Cifuentes no se lo parecía entonces. Así es la vida.