Es un convencionalismo como cualquier otro afirmar que los garabatos y los esoterismos abstractos conforman en exclusiva la contemporaneidad del arte. Si bien es cierto que en el neolítico la abstracción -ligada a la magia- se impuso en todas partes, actualmente es imposible sostener con un mínimo de seriedad que las artes figurativas han desaparecido y dejado de ser representativas de nuestro período histórico. Es evidente que los conocimientos del arte del dibujo, la anatomía y la perspectiva resultan necesarios para ejercer de pintor; en cambio, son prescindibles para los que no van más allá de ser decoradores abstractos. La diferencia entre un pintor y un decorador es extrapolable a la que hay entre un médico -con estudios previos en la facultad de medicina- y el charlatán y visionario que ejerce la medicina a lo loco y como aquel que juega con los dioses...