Como aficionado a la competición arraulari, me desplacé el pasado domingo 14 de julio a Castro en familia a seguir la prueba deportiva, y acabamos hasta el gorro. Nos hicieron esperar más de una hora a que el evento comenzara, por culpa de quien no se preocupa de que un alarde de tal magnitud, se dispute con un mínimo de garantías. Al llegar al recinto (una media hora antes) pudimos comprobar que los toblerones publicitarios estaban en muy malas condiciones, nadie se molestó en ponerlos en condiciones hasta que llegó el momento de iniciarse la prueba. Se trató de solucionar el problema, y el tiempo pasaba. Una vez ¿solucionado? el problema, intentan poner en marcha la competición, y se comprueba que hay problemas con una baliza, (manda h?). Al final, no queda otra que solucionar el desaguisado con la disputa de una contrarreloj. Resultado: el personal, quemado por el sol (que era de justicia) y por la situación. Acabada la regata, al llegar al centro urbano (eran casi las tres de la tarde), para poder tomar una cerveza y comer, nos hablaron de que la empresa responsable de tal organización recibe una importante retribución por desempeñar semejante labor. Un respeto a la afición.