Sr. Enrique, siendo tan monárquico y tan navarro, no tiene otra forma mejor de perder el tiempo y el dinero que cambiar el cartel de la avenida de Catalina de Foix, reina de Navarra, por la del ejército, institución tenebrosa, que se traga en su presupuesto bien abultado los dineros para las escuelas, los hospitales, las universidades, la investigación, las casas en alquiler para los jóvenes, para los refugiados y emigrantes, etc. Si es así como nos quiere gobernar, mejor que se vaya a su casa, si allí le aguantan esas majaderías. Los navarros, preparados por naturaleza y la fuerza de la costumbre para esperar sin desesperar, no le vamos a permitir cosas de ese

pelaje. Ah, le recuerdo que el euskera es el idioma nuestro, de los navarros y navarras; que las mujeres son iguales que los hombres; y que hay colectivos que necesitan ayuda. Se lo recuerdo antes de que meta la mano más de la cuenta en esos asuntos. Le vigilaremos muy de cerca. De momento, nada más. Ongi izan.